Mark Twain nació en Florida. A los trece años dejó la escuela y trabajó en varias ciudades americanas desempeñando los más diversos oficios: aprendiz de imprenta, piloto fluvial en el Mississipí, minero en Nevada... Más tarde estudió en la universidad de Yale y en la de Missouri. Cuando publicó Tom Sawyer en 1875 quiso tratar de hacer recordar a los mayores cómo fueron durante su juventud. En dicho libro encontramos gran cantidad de aventuras y anécdotas vividas personalmente por el autor durante sus viajes por el mundo. Pero lo fundamental de dicha obra es que le consagró de manera rotunda, firme y duradera como escritor.
Animado por la entusiástica acogida de Tom Sawyer, se puso afanosamente a escribir la que es en opinión de muchos su obra cumbre: Huckeberry Finn. Pero no tardó en agotarse el caudal de su inspiración, y dio de lado el manuscrito, convencido de que no tenía maduro todavía el tema. Hasta el año 1884 no volvió a trabajar en él, y eso después de un viaje por el Mississippi, para refrescar los recuerdos del paisaje de su niñez y juventud, y para ponerse en ambiente. Entre tanto, ilusionado sin duda por la calurosa acogida que había obtenido por la escenificación de La edad dorada, y también por su afición al teatro, preparó su obra Ah Sing, que no tuvo eco ni le produjo los reconocimientos esperados. También trató de escribir una obra detectivesca que no llegó a ponerse en escena.
El año 1881 Mark Twain viaja a Canadá, para asegurarse de los derechos de propiedad correspondientes a su nueva obra El príncipe y el mendigo, que se publicó en Londres el 1 de diciembre de dicho año. En 1882, aguijoneado por aquel proyecto de novela que no acertaba a dar forma definitiva, es decir, por Huckleberry Finn, abandonó su residencia de Hartford para descender por el Mississippi de nuevo hasta Nueva Orleans, y remontar desde allí el río hasta St. Paul, punto extremo de la navegación. Llevaba publicados en la revista Atlantic una serie de artículos con el título de Antaño en el Mississippi. Estos bocetos fueron los que dieron de nuevo actualidad a las cuartillas de Huckleberry Finn que tenía escritas de años atrás. La excursión tuvo las más felices consecuencias literarias, porque, sobre el tema de esos viejos tiempos del río, escribió luego una de sus obras más llenas de vivacidad y de sabor de la tierra: La vida en el Mississipi, que fue escrita entre el verano y el otoño de 1882, y apareció a principios de 1883.
Por fin, en 1884 terminó Mark Twain de escribir su gran novela Huckleberry Finn, la cual vio la luz al año siguiente y en la que desarrollaba el viaje del personaje que ya aparecía en Tom Sawyer quien, acompañado por el esclavo prófugo Jim, trata de llegar a Ohio, el primero huyendo de su malvado padre y el segundo buscando la libertad soñada. Realizan el viaje en una pequeña balsa y en su peligrosa huida viven un sinfín de aventuras juntos hasta que llegan al inesperado y sorprendente final en el que reaparece inesperadamente el mismísimo Tom Sawyer.
Si algo hay que decir sobre esta obra, por encima de su argumento, es que supone un punto de inflexión en la literatura de Twain y marca el inicio de una etapa en la que el pesimismo existencial del autor se ve reflejado en todas las obras que le seguirán. Con todo, esta historia sureña de racismo, superstición y amistad redondea la filosofía y el costumbrismo innatos en el paisaje de Twain y reflejan una época y un mundo que, pareciéndonos tan lejano en los albores del siglo XXI, estremece pensar que esté todavía tan cercano en el tiempo que sus lectores habitamos.