VISITAS HASTA HOY:

jueves, 22 de enero de 2015

EL MÉDICO DE CÓRDOBA, de Herbert Le Porrier

¿Novela histórica o ficción histórica?
Cuando el autor no se ciñe escrupulosamente a los rigores de la investigación ni alcanza la autonomía de la creación literaria, encontramos obras como Memorias de Adriano, Juliano el Apóstata o El médico de Córdoba.
Y es que ésta no es una mera ficción subordinada a la historia, sino una lúcida aventura centrada en un personaje histórico.  La recreación que Le Porrier hace de Moisés Maimónides basa su estrategia narrativa en la verosimilitud y renuncia a la historiografía.  El médico de Córdoba es la típica e improbable carta autobiográfica que su protagonista dirige a un bienamado discípulo que no se nos nombra y del que sólo sabemos una circunstancia inquietante: en plena juventud ha renunciado a la filosofía y, de regreso a su tierra natal, se dedica a pastorear rebaños.
Hace poco más de ochocientos años, el auténtico Maimónides organizó también su Guía a manera de carta o conversación con su discípulo favorito, y como corolario o agradecimiento, se la ofrendó en una lacónica dedicatoria.  Sobra decir que resulta perfectamente creíble que se tratase de un discípulo excepcional para merecer semejante homenaje.
La Córdoba de Maimónides tenía un cuarto de millón de habitantes y, aunque no existe testimonio alguno de que se hayan conocido, resulta improbable que el protagonista de la novela no coincidiese con Averroes, colega tan sólo nueve años mayor que él.
La literatura de Le Porrier supera las certidumbres y se decanta por las dudas razonables de la historia: el árabe y el judío juntos y complementarios son más creíbles que como contemporáneos distanciados por la religión, y menos en Al-Ándalus.
El autor, pues, acierta como suplantador de la Historia con una historia que es su novela y sólo su novela, y narra en ella el discurso de un Abú Amram ibn Allah, conocido por los cristianos como Moisés Maimónides, quien, a las puertas de la muerte, recorre en su discurso la duda y la fe, el escepticismo y la piedad.
Tal es el personaje que Herbert Le Porrier nos propone y al que los escolásticos, altos degustadores de metáforas, lo apodaron "El águila de la Sinagoga"; los talmudistas, que tanto le combatieron antes de rendirse a la deslumbradora estela de su palabra, afirmaron oscuramente que "de Moisés a Moisés no hubo otro Moisés".  Una novela interesante y evocadora como pocas.