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domingo, 20 de marzo de 2016

EL LIBRO, LA PLUMA Y LA ESPADA

Llegó a mis manos hace algunas semanas el magnífico libro GUÍA PARA ENTENDER A PABLO DE TARSO, del profesor Antonio Piñero (*) y he quedado encantado con su lectura. Admito que pertenecía al amplio grupo de detractores del personaje, movido, como siempre suele suceder, por la ignorancia de mis prejuicios y la falta de información rigurosa a la que agarrarme para entender en profundidad al fundador del cristianismo para gentiles. El profesor Piñero, especialista en estos temas y con una cultura humanista indiscutible, resuelve por fin mis dudas y las de tantos y me reconcilia con la figura de San Pablo mucho más allá de lo esperado.
Procedo a plasmar aquí lo aprendido utilizando como referencia la obra arriba mencionada. Vayamos por partes.
Cabe destacar ante todo que el 99,99% de la concepción que los más de dos mil millones de cristianos que en el mundo hay tenemos de nuestro propio cristianismo religioso y cultural depende de la versión que ofreció Pablo de Tarso en sus cartas. Estamos, pues, ante un personaje monumental del que lo ignoramos todo, pero que nos hace ver el cristianismo y el mundo de una forma muy particular.
¿Qué sabemos de Pablo? Muy poco. Sabemos que al poco de nacer el movimiento de Jesús se lanzó furiosamente a perseguir a sus seguidores, aunque desconocemos por qué. Sabemos que en algún momento de su vida recibió una llamada de Dios que él no llama Conversión porque, evidentemente, San Pablo no podía convertirse a algo que no existía aún y que tenía que fundar previamente. Pablo nos dice que él fue llamado por Dios para proclamar la Buena Nueva a los gentiles, es decir, a los no judíos.
Los judíos, sabido es, se tenían a sí mismos por El Pueblo Elegido. Esto quiere decir que opinaban que se salvarían ellos y que los demás, de salvarse, lo harían en una especie de "salvación de segunda clase". En el incipiente cristianismo sólo había involucrados judíos y, dentro de los judíos, los había de dos clases: los que creían en Jesús y los que pensaban que Jesús era un Mesías falso porque había muerto en la cruz (Dios no dejaría nunca morir en la cruz al verdadero Mesías). Así pues, la llamada que recibe San Pablo es para decirle a la gente que él, que hasta ese momento perseguía a los seguidores del nazareno, por iluminación divina, sabe que Él tiene razón. Consecuencia grave e importante: si ha venido el Mesías, eso quiere decir que se ha iniciado la Era Mesiánica. Esto significa que el fin del Mundo está a la vuelta de la esquina. Y San Pablo lo afirma con rotundidad al pasar de ser un judío perseguidor a vivir su judaísmo en el Mesías.
Pero volvamos al personaje.
Su nombre era Saulo. En el capítulo 11 de los Hechos dice "Saulo que es Paulo". Y nada más. Y nada menos. Hay que leer entre líneas, obviamente.  El primer rey de Israel fue Saúl y Paulo, en latín quiere decir "pequeñito". Así, en la 1ª carta a los Corintios dice de sí mismo que él es el más pequeñito de todos los apóstoles porque el Señor se le apareció el último y además fue perseguidor de sus discípulos. Todo un acto de humildad. De llamarse Saúl, gran rey de Israel, a llamarse pequeñito, se significa todo un juego de palabras. De hecho, él se define a sí mismo como esclavo. La mayoría de los traductores optan por la palabra SIERVO, pero el término griego (las cartas de San Pablo están en griego) DOULÔS quiere decir "esclavo". Así pues, él se llamaba a sí mismo "el esclavo del Mesías".
Así, lo que sabemos en realidad de San Pablo viene a ser muy poco. En primer lugar porque de las 21 cartas que nos dejó, sólo 7 son de su puño y letra: 1ª a Tesalonicenses, Gálatas, 2ª a Corintios, 1ª a Filipenses, 1ª a Filemón y 1ª a Romanos. El resto están escritas por sus discípulos, cosa que los eruditos detectan en el vocabulario y el estilo, amén de que en ellas aparecen palabras nuevas, como Iglesia, Profecía o los cargos eclesiásticos. Se puede afirmar que en las cartas apócrifas del apóstol, éste ya ha muerto y es a todos los efectos una especie de maestro venerable.
Pero lo fundamental que nos descubre el profesor Piñero en su magnífico libro es que una vez que Pablo recibe su llamada de Dios y sabe que está en la época mesiánica, admite que el fin del mundo está cercano y parte todo ello de una interesante reflexión. Al parecer, San Pablo cae en la cuenta de que la promesa de Dios a Abraham es bastante críptica y más compleja de lo que se entendía en su momento. Entre los capítulos XII y XVII del Génesis, Yavé le dice al patriarca: te haré padre de un pueblo inmenso (el judío, tus hijos naturales), te daré una tierra que mana leche y miel (Israel, obviamente). Pero la tercera promesa, que aparece en el capítulo XVII añade: y además te haré padre de numerosos pueblos.
En la época de Pablo de Tarso los judíos entendían que Dios acabaría eliminando a la mayoría de los paganos y que los que sobreviviesen harían caso a su Dios, el cual se quedaría en Jerusalén para gobernar la Tierra. Israel sería la luz de las naciones y el resto del orbe quedaría mermado y respetando al pueblo de Israel. Pero Pablo afirma que esa no es la manera de entender la tercera promesa. Afirma que los profetas mantienen que muchos gentiles se convertirían al judaísmo de algún modo. Como dice Isaías: paganos se convertirán.
Y Pablo está persuadido de que para que el Israel de la época mesiánica llegue hasta el momento en el que el Mesías regrese con el Juicio Final, es necesario que Israel tenga tierra, pero no menos que un cierto número de gentiles se incorporen al judaísmo. ¿Cómo? A través del cristianismo.
Así es como se lanza a una alocada carrera para proclamar a los gentiles que estamos en el tiempo del Mesías y que aquellos que se incorporen a la fe del Mesías se salvarán también. El cristianismo ofrece para Pablo de Tarso un sistema de conversión al judaísmo que segrega al mismo tiempo que unifica. Y es que el pagano que se incorpore al judaísmo por Cristo podrá seguir siendo pagano, dado que no necesita hacerse judío, ni circuncidarse, ni cumplir las leyes de Moisés que afectan a la pureza de los alimentos ni a la pureza ritual para entrar en el templo. Es decir, ingresarán como paganos y así se cumplirá la promesa hecha por Yavé a Abraham, haciéndolo padre de numerosos pueblos. Porque si un pagano o gentil se convierte al judaísmo, se vuelve judío y entonces no se cumple la profecía. Es por ello que a través de Cristo el pagano no perderá su identidad, estando únicamente obligado a cumplir la ley que es universal para todos los creyentes: el Decálogo.
Dios le revela, pues, a Pablo que la ley de Moisés tiene una parte universal para todos y otra exclusiva para el Pueblo Elegido. Y este pensamiento, que es el núcleo central del dogma de Pablo de Tarso, es una gran revolución.
Así pues, el doctor Piñero sostiene que la teología de Pablo viene a ser una bomba porque acepta de lleno la convivencia de hermanos en Cristo con tradiciones distintas, siendo que su mensaje fue malinterpretado, especialmente desde el siglo XVI y muy concretamente por los luteranos, quienes mantuvieron que Pablo había abjurado del judaísmo.
Se llega así a la conclusión novedosa de que el principal y más olvidado mensaje de Pablo es que judíos y cristianos no tienen por qué matarse ni odiarse, al contrario: son complementarios y se necesitan.
Con respecto a Pablo y su trato hacia la mujer, tan distinto del de Jesús, el doctor Piñero nos lo aclara también. En primer lugar, dejando claro que Pablo es un hombre de su tiempo, un tiempo en el que ni siquiera los estoicos defendían a las mujeres o a los esclavos. En segundo lugar, aclarando que en las página de Pablo podemos encontrar impresionantes reivindicaciones de la igualdad entre hombres y mujeres EN LA FE DEL MESÍAS. Otra cosa es que admita que hombre y mujer deban tener los mismos roles en la sociedad, si bien no deja de afirmar que en lo importante la igualdad es absoluta. No deja de ser cierto que en las comunidades cristianas primigenias, las mujeres eran patronas y benefactoras, evangelizadoras y hacían todas las funciones de los varones. Otra cosa es cuando las comunidades crecieron y empezaron a pasar de ser una pequeña comuna de treinta o cuarenta individuos reunidos en una casa particular a convertirse en grupos de ámbito público, que es cuando de verdad empiezan los hombres a mandar. En la Antigüedad el hogar era el ámbito de las mujeres, siendo el social propio de los varones. A eso le añadimos que los párrafos más controvertidos no se le pueden atribuir a él, sino a otros autores posteriores, entre ellos el tal Lucas, que no sabemos a ciencia cierta quién fue, quizás el mismo autor del Evangelio de Lucas y que queda definido como un médico que acompaña a Pablo.
En lo que respecta a los tres objetos asociados a Pablo, a saber, el libro, la pluma y la espada, los dos primeros hacen referencia a que es el único apóstol del que sabemos que dejó escritas cartas. La espada hace referencia a que sufrió martirio por ella en la persecución neroniana del 64. ¿Acaso la muerte por espada nos indica que Pablo de Tarso tenía la ciudadanía romana?
GUÍA PARA ENTENDER A PABLO DE TARSO, una obra de Antonio Piñero que recomiendo vehementemente para que cada cual clarifique su postura hacia este personaje tan importante en nuestra historia filosófica, religiosa y hasta jurídica.

Antonio PIÑERO, Guía para entender a Pablo de Tarso. Una interpretación del pensamiento paulino, Editorial Trotta, Madrid, 2015, 576 pp. ISBN: 978-84-9879-586-8
ANTONIO PIÑERO (Chipiona, Cádiz, 1941) es catedrático de Filología Griega de la Universidad Complutense de Madrid, especializado en lengua y literatura del cristianismo primitivo.
Es autor e escritor de numerosas obras en el ámbito del cristianismo y judaísmo. Junto a su prestígio internacional como investigador, destaca su faceta de comunicador, atestiguada por millones de personas.
En sus escritos, así como en sus intervenciones en televisión y radio, su determinación, dinamismo, y sobre todo la pasión que transmite, otorgan un fluir único a su mensaje.

miércoles, 24 de febrero de 2016

ESPAÑOLOGÍA DE LA CASTA

Pues es que resulta que es una palabra castellana. Castellana española. Española peninsular. Autóctona y exportable, vaya. Merecía la pena dedicarle una españología a nuestra actualísima amiga la casta. Resulta que Joan Coromines, en su Diccionario Crítico Etimológico de la lengua castellana (Madrid 1954), defiende para la palabra de marras un origen germánico. Otros autores, los más, se inclinan por una derivación del latín. Y tiene su lógica. Acaso la casta tenga que ver con vocablos latinos como castus y castitas. La palabra castus, además de una significación en términos amatorios y por lo tanto biológicos, y de que se relacione con el pudor y la castidad (castitas, sobre todo en la mujer), tiene una acepción ética (de pureza, integridad, virtud) y las dos se unen a otra acepción, religiosa, que hace que lo casto sea sinónimo de pío y santo. Justamente, todos estos valores andan asociados al perfilarse la noción de casta en lengua castellana o portuguesa y aun en otras peninsulares, incorporándose incluso al euskera, que ya a principios del siglo XX, en los pueblos de la frontera de Navarra y Francia por la parte del Bidasoa, a los carabineros y a sus familiares se les llamaba ELTZETZUAK (los del puchero - ELTZIA) y se aludía a los mismos como ELTZETZU KASTA. De la misma época es el tan usado y nada peyorativo término "castizo" en los Madriles.
Habría que indicar que, cuando en español o portugués, se hace referencia a la casta, la hay, unas veces, implícita, a cierta calidad buena o a una falla del linaje o del fruto de éste, sea vegetal o animal. Y, así, se habla de una buena o mala casta. Por lo que PODEMOS afirmar que la palabra CASTA no es, en sí, peyorativa, si la utilizan personas que saben qué idioma manejan (o qué intenciones gestionan).
Mas, por otra parte, el concepto de que la casta es algo que se transmite por herencia, referido a los hombres, y tan manido entre los totalitarismos, se une a la noción de que herencia semejante se funda en peculiares antecedentes religiosos de los mismos hombres, los cuales son los que hacen que se produzca la bondad, la superioridad en unos casos, y la inferioridad y la maldad en otros. Dicho más claro: cuando aludimos a una casta en tono despectivo es sistemáticamente porque entendemos que nosotros somos otra casta, la buena.
Se explica así que los portugueses, cuando se encontraron frente a la organización social de la India, que es única en el mundo, que no es susceptible de ser equiparada a otra alguna, caracterizaran el enorme sistema de que era difícil dar descripción justa, utilizando la palabra "casta" que es la que podía hacer referencia global a lo más parecido que conocían. Y si bien la palabra resulta adecuada como adjetivo, al describir los grupos sociales de aquel país, resulta dificultoso utilizarla como un nombre sustantivo. Y sin embargo es lo que se hace. Desde 1516 la usan los portugueses con este fin y, detrás de ellos, los españoles, italianos, franceses, ingleses y alemanes.
Resulta, pues, importantísimo reafirmar que la palabra CASTA tiene un origen peninsular, que no es fortuita su adopción por pueblos que luego han tenido mucho trato con la India, como los ingleses, y que el uso peyorativo implica siempre, siempre, siempre la aceptación de que el hablante pertenece a otra superior, de índole más bien religiosa o mística, como los arios que votaban a Hitler, vaya.
Pues eso.

lunes, 22 de febrero de 2016

ESPAÑOLOGÍA DE GALENOS: EL DOCTOR VELASCO

Releyendo las memorias inacabadas de mi tío tatarabuelo, el premio Nobel de Literatura don Jacinto Benavente, encuentro una alusión a un hecho luctuoso que resulta un buen ejemplo dentro del inmenso anecdotario de la España negra de finales del siglo XIX. Creo que merece la pena contarlo.
El padre de don Jacinto fue un prestigioso galeno murciano que prestaba sus servicios en la capital como pediatra tanto entre la gente más pudiente como entre la más humilde e incluso los niños abandonados en orfanatos. Era tal su fama y buen hacer que sus colegas de profesión no dudaban en consultarle en todo lo relativo a la salud de sus propios hijos. Tal ocurrió cuando Conchita, la hija del doctor anatomista, don Pedro González Velasco, íntimo amigo de la familia Benavente, padeció unas fiebres tifoideas. Don Mariano, el patriarca de los Benavente, le prescribió a la niña un reposo absoluto y al padre mucha paciencia. No obstante, al doctor González Velasco, no pareciendole el tratamiento suficiente y con don Mariano muy en contra de su criterio, decidió suministrarle a Conchita unos fuertes purgantes que le provocaron una hemorragia interna y la llevaron directamente a la tumba. El padre de don Jacinto, roto de dolor, aunque no tanto como su colega, no se atrevió a discutir más con su compañero y amigo. El otro, devastado por la pérdida, nunca volvió a frecuentar la amistad de don Mariano, más por vergüenza por no haber confiado en él que por orgullo.
El caso es que, y aquí viene lo escabroso, el doctor, enloquecido totalmente por el dolor, pidió que se embalsamase el cuerpo de su hija, lo que dio lugar a un montón de rumores en aquel Madrid decimonónico que involucraron no sólo al padre sino también al prometido de la tal Conchita. 
Se comentaba que el doctor Velasco encargaba vestidos y joyas para su difunta niña, que la sentaba a la mesa en las comidas e, incluso, y esto es lo más truculento, se llegó a afirmar que el doctor Velasco junto con el doctor Núñez, a la sazón el prometido de Conchita, la sacaban de paseo todas las noches en un carruaje. Y así hasta que el padre de la muchacha falleció, momento en que da comienzo una nueva leyenda en torno a los restos de esta muchacha que, en teoría, fueron enterrados junto a los de su padre en el cementerio de San Isidro. 
Sin embargo, se dice, se cuenta, se comenta, que el doctor Núñez, prometido de Conchita, que tampoco había superado su prematura muerte, se quedó con la momia y se la llevó consigo a la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Y si bien estos hechos no están comprobados oficialmente, sí que hay un dato curioso que merece la pena destacar. Resulta que en dicha facultad hay una sala en la que se conservan cuerpos para los estudios anatómicos del alumnado y se afirma que, entre ellos, existe la momia de una joven, una mujer de pequeño tamaño, que, desde siempre, doctores y estudiantes que allí trabajan han llamado "la hija del doctor Velasco", y como tal está etiquetada, no sabemos si en broma o en serio. En cualquier caso se cuenta que, cuando murió el padre de Conchita, su prometido, el doctor Núñez, cogió el cuerpo momificado y se lo llevó a la facultad, donde lo mantuvo semioculto. Incluso, alumnos del doctor Núñez llegaron a afirmar que éste bajaba de vez en cuando a la sala en cuestión y que allí pasaba largas horas; eso y que cuando abandonaba el lugar, lo hacía consternado y con los ojos congestionados como de haber estado llorando. 

martes, 16 de febrero de 2016

MANUELA CARMENA, UN CATALÁN CACHONDO Y LA ESPAÑOLOGÍA DE LA BLASFEMIA

Cuenta Luis Carandell en uno de sus magníficos recopilatorios de anécdotas que allá por abril de 1982 recibió una carta del abogado Miguel Cid Cebrián anunciándole que le había propuesto como perito, en su condición de escritor, para un juicio por blasfemia. La vista debía celebrarse en el juzgado de San Lorenzo de El Escorial y el procesado era un concejal de Alpedrete, un pueblo de la sierra de Madrid. Adjunta, el letrado le enviaba al periodista barcelonés las diligencias del Ministerio Fiscal en las que se narraban los hechos. El tema venía a ser que, celebrando el Ayuntamiento de Alpedrete sesión pública en fecha tal y cual, se originó una discusión entre dos concejales durante la cual uno de ellos, el acusado, se levantó y a voces dijo "me c*** en Dios", frase que provocó la inmediata y airada reacción de los allí presentes, lo que obligó al alcalde a suspender la sesión y requerir el auxilio de la Guardia Civil par despejar el salón de plenos.
El abogado había designado a otros dos peritos para el mismo juicio y propósito: el sociólogo Francisco Álvarez Alonso Torrens y el teólogo Benjamín Forcano. En el día y hora señalados acudieron los tres, igual que lo hicieron los testigos, y fueron llamados uno a uno a presencia de la señora juez de San Lorenzo de El Escorial, una de las primeras mujeres que llegaron en España a ejercer la judicatura, doña Manuela Carmena, quien ya era conocida en los medios porque había pertenecido al famoso despacho de abogados de la calle de Atocha, de tan triste recuerdo. Revestida ahora de la autoridad, bajo el gran tapiz con las balanzas de la Justicia, se disponía doña Manuela a juzgar un supuesto delito de blasfemia promovido por el Ministerio Público.
Carandell, don Luis, fue el último de los peritos en ser llamado para hacer su expertizaje, por lo que no oyó los de Torrens y Forcano, aunque sí las declaraciones de los testigos llamados a continuación. Apenas comenzó su comparecencia, el abogado defensor, Cid Cebrián, le preguntó después de pedir la venia a la juez:
-Señor perito, ¿conoce usted el motivo por el cual el Ministerio Público procesó al acusado?
-Lo conozco, señor letrado.
-En este caso sabe usted, señor perito, que la frase que el acusado pronunció y que el señor fiscal considera como constitutiva de delito de blasfemia fue "me c**** en Dios"
El fiscal protestó:
-La pregunta es improcedente, señoría. Ruego que conste en acta mi protesta.
La juez, que hasta el momento había permanecido en silencio, respondió:
-No es improcedente, señor fiscal.
Y dirigiéndose a Carandell, le dijo:
-Por lo tanto, queda claro que usted, señor perito, sabe que de lo que el Ministerio Fiscal acusa al señor concejal de Alpedrete es de hacer dicho, durante la sesión del consistorio cuya fecha consta en diligencias, la frase "me c*** enDios"?
Refiere Luis Carandell en su anecdotario  que durante el peritaje tanto el abogado de la defensa como la propia juez recordaron al señor fiscal no pocas veces, ante sus protestas, la frase malsonante que él como perito estaba llamado a valorar. Basó el periodista barcelonés su expertizaje en la idea de que siendo España un país de honda tradición religiosa, el nombre de Dios era con frecuencia mencionado e invocado en el lenguaje coloquial. No solamente se dice, en efecto, "si Dios quiere", "gracias a Dios", "vaya usted con Dios" o "Dios mediante", sino que también el nombre del Sumo Hacedor surge en frases aparentemente menos respetuosas aunque igualmente inocuas, tales como "que venga Dios y lo vea", "no hay Dios que haga tal cosa", "no ha venido ni Dios" o "está como Dios".
En el tipo de expresiones que el fiscal juzgaba como blasfema, continuó razonando don Luis como perito, que son frases hechas que, si bien deben considerarse sin duda malsonantes, no pueden constituir blasfemias en el sentido del código porque el que las pronuncia no da jamás a la frase un significado literal ni piensa en ningún momento en el nominal destinatario de la improcedencia pronunciada en un momento de crispación del ánimo.
Luego supo Carandell que el teólogo Forcano había centrado su peritaje en la afirmación de cuán poco podía ofender a Dios la frase del acusado. Para más inri, el concejal de Alpedrete que había soltado el exabrupto era de Fuerza Nueva.
El peritaje de Carandell terminó cuando, a preguntas de la juez Carmena, se reafirmó en la idea de que difícilmente podía haber habido escándalo público (requisito imprescindible para tipificar el delito de blasfemia del artículo 239 del entonces vigente Código Penal -teniendo en cuenta el no infrecuente uso que, especialmente en zonas rurales, se hacía de la expresión que había sentado en el banquillo al concejal de Fuerza Nueva).
El fiscal, en el posterior interrogatorio a los testigos, trató de obtener si conseguirlo declaraciones de que la frase de referencia había sido proferida varias veces por el acusado con escándalo de los presentes. Con esto y la ulterior absolución del acusado acabó el insólito juicio.
Sirva esta simpática anécdota para reflexionar sobre las palabras BLASFEMIA, PROVOCACIÓN y REBELDÍA.
En pleno 2016, yo creo que provocación y rebeldía sería un exabrupto contra el Islam, que sí sería considerado blasfemia hasta por los que hoy en día justifican determinados arranques de malísima educación como justificados en basea a la larga historia de la Iglesia Católica en los últimos cuatro siglos, al parecer exclusivamente llena de oscuridades y sin ninguna luz. Pero hasta ellos conocen que lo verdaderamente rebelde y lo auténticamente provocativo habría sido sacarse las tetas en una mezquita, ya que saben que de todas las religiones del Libro, la única que defiende la lapidacion de mujeres, la ablación de niñas o el ajusticiamiento de homosexuales, o se constituye como identitaria e indivisible del Estado, no es ni el cristianismo ni el judaísmo, sino la otra.
Así que menos lobos, cachorrillos, que os faltan muchos hervores todavía para ponerle marco a la foto.

lunes, 1 de febrero de 2016

ESPAÑOLOGÍA DEL HORTERA Y DEL GILÍ

Hortera es una palabra que se aplica, en principio, mucho mejor que a ningún otro lugar a la sociedad madrileña, con su mezcla de valores preindustriales, señoriales, y el cambio hacia la vida cosmopolita que experimentó a lo largo del siglo XX.
Hasta bien entrado el siglo pasado el hortera era simplemente el dependiente de comercio, sobre todo de las tiendas de tejidos. Era una figura joven y atractiva, pues para su oficio debía mantener "hechura, garbo, gracia y vergüenza". Se trataba de una personificación del madrileño, por lo general bien vestido. De acuerdo con la fina observación de Concha Espina, los madrileños por la calle son "dueños de una cierta elegancia antigua, que no se observa en otras naciones; es un matiz aseñorado, un punto de gracia y distinción que trasciende en el irreprochable atavío de burgueses y oficinistas, hasta en su negligente paso, lento y rítmico al intenso resplandor meridional, como si nada perentorio les obligase a una marcha descompuesta y servil."
Con el tiempo, el vocablo hortera fue degenerando hasta comprender casi lo contrario de lo que al principio significaba. Al ser un dependiente de tiendas cuya clientela era acomodada o elegante, el hortera tuvo que extremar sus formas, su lenguaje, su atuendo, para no desentonar. En Madrid se resalta la figura del hortera letrado, que era el dependiente de comercio que leía mucho y hablaba con estudiada parsimonia y abuso retórico. Pero ese mismo esfuerzo resultaba falso y desde luego ridículo cuando el dependiente regresaba a su medio natural, el que resultaba proporcional a sus ingresos, más bien modestos. Baroja emplea la expresión "hortera de tienda de sedas" para referirse a la figura del dependiente de comercio satisfecho y petulante. Concreta más: "Allá en Bilbao hay hortera que gana cincuenta duros al mes y compra zapatos de quince para lucirse en la calle del Correo y que le tomen por marqués." Ya sabemos la importancia que los españoles le hemos dado siempre al calzado. La presión social tenía que condenar el desclasamiento, el quiero y no puedo de estos recién llegados a las clases medias.
Pronto se pasa a ridiculizar al hortera por su afectada indumentaria. Es el tipo humano que pierde el sentido de la medida; es el que bebe champán en las escenas amatorias, el que hace el ridículo en determinadas situaciones sociales. El desprecio por el hortera revela un uso social muy característico de la vida española. A saber, el culto a la apariencia. El hortera es EL QUE NO SABE APARENTAR BIEN. El nuevo rico tendrá mucho dinero, pero no puede compensar su falta de finura natural. Eso a lo que Aguilar Catena llamó "proceder como un hortera maleducado."
El modo de ser achacable a los horteras incluye el desprecio por el modo de hablar: frases hechas, cursis, relamidas. Es el lenguaje de horteras, barberillos, faquines (mozos de cuerda) y zapaterillos (dependientes de zapaterías) al que se refiere en su obra López Pinillos.
Hay una sin par presentación de la figura física del hortera con el pelo cortado a raíz, con bigote y andando con los pies en ángulo recto, a causa de las tablas del mostrador. Esa era la posición a la que le obligaba el trabajo de despachar muchas horas detrás del mostrador. No era precisamente una figura airosa. En el fondo del desprecio al hortera late el recelo general contra los comerciantes. Es una supervivencia de la mentalidad hidalga. Comprar y vender han sido siempre en la España Antigua ocupaciones poco honorables, incluso estigmatizadas. De ahí la asociación con los judíos.
Por su parte, la aristocracia, como clase distinta de la burguesía, fue siempre un cuerpo esencialmente madrileño también. No lo unifica tanto el linaje, el título, como el modo de vida. Es el grupo privilegiado que vive sin trabajar, de las renta (rentista). Poco a poco se va incorporando a la vida de los negocios, primero en el plano financiero. Se suma el ennoblecimiento de algunos prominentes burgueses por medio del matrimonio con hijas de la aristocracia, fenómeno que se dio en toda Europa. Todas las metáforas situaron a la aristocracia en la cúspide de una hipotética pirámide social. Se habló así de la crema, la espuma, el éter o la pomada de la sociedad. Pero a la aristocracia madrileña le adornaba un rasgo distintivo: el flamenquismo. Así Palacio Valdés nos habla de "las formas desenvueltas, la serenidad burlona, el desgarro" que caracterizaba sobre todo a algunas mujeres de alta cuna. Se podría tildar de plebeyismo, para culminar la acertada paradoja. 
La aristocracia debate continuamente la legitimidad de su función. Sus avatares son los de la monarquía, que entra en crisis en 1923 y desaparece en 1931. Es entonces cuando se redobla la discusión legitimadora de la aristocracia. Es conocida la tesis de José Antonio Primo de Rivera (él mismo un marqués de reciente cuño, por cierto) sobre el "magisterio de costumbres y refinamiento" que correspondía a la aristocracia. Esta tesis la transcribe muy bien un personaje de El sabor del pecado, de Manuel Bueno, quien se sentía vasco y españolista. Se trata precisamente de un relato que describe el ambiente aristocrático durante la crisis de 1931. El texto es un formidable alegato político: "Aburguesada sin detrimento de su dignidad ancestral, esta aristocracia no sólo no inspira recelos, sino que es considerada como un elemento educador de la sociedad, a la que asesora, discretamente, en materia de buen gusto y de elegancia mundana." La ironía del destino fue que el autor fue fusilado por los republicanos nada más iniciarse la Guerra Civil.
Fuera ya de la polémica política, lo que distingue sociológicamente a la aristocracia es su intensísima relación social. "Viven de invitarse o de no invitarse" (Ortega y Gasset), "toda la gente distinguida se ve por la mañana, por la tarde y por la noche. El gran entretenimiento de ellos no es presenciar óperas, dramas, pasear, andar en coche o bailar; la satisfacción es verse todos los días. Saber lo que hacen, descubrir el aspecto de una familia, su encumbramiento o su ruina, estudiarse, espiarse, observarse unos a otros" (Pío Baroja).
El carácter plebeyo, cuando no republicano, de muchos de los novelistas les lleva al tratamiento de la nobleza de una manera satírica o, por lo menos, ácida. La crítica a la aristocracia arranca y se centra en el fracaso de aquella misión ejemplarizante que decía Manuel Bueno. Es decir, se discute no tanto la legitimidad de su origen, como la de ejercicio. Sobre todo se hace notar la ausencia de mecenazgo, que pudo distinguir a la nobleza de otros tiempos. Véase este duro reproche de Insúa: "La high life española sentía horror del talento, desdén por los artistas... La Corte jamás protegía a un poeta, un literato o un filósofo... Los protegidos de la Corte se espigaban entre los mediocres y el previo plácet del valido eclesiástico o la recomendación jesuita."
Sobre el texto anterior cabe hacer un excurso lingüístico. La expresión high life (alta sociedad) se utilizaba mucho a principios del siglo XX. Como es natural, muchos la pronunciaban "gilí", que en caló es un despectivo (tonto, estúpido). La coincidencia de sonidos facilitaba la crítica de la alta sociedad. No deja de ser irónico que, para designar a la clase alta, se eche mano de un gitanismo.
La evolución de lo hortera y gilí a lo largo del siglo XX supuso, en principio, una exportación de Madrid al resto de provincias y, en segundo lugar, una democratización hacia clases sociales mucho más plebeyas.
El non plus ultra del horterismo se alcanzó a finales de los años 90, cuando manadas enteras de adocenados miembros de la clase obrera, ante el shock del crédito fácil y la influencia flatulenta del estímulo televisivo, se lanzaron en masa a consumir hipotecas, vehículos y bienes que estaban muy por encima de su preparación. Todos recordamos aquellos padres que llevaban a sus hijos al colegio público en todoterrenos, esos amigos que comían con la boca abierta y eructaban hasta ponerse verdes pero tenían un frigorífico especial para los vinos como si supiesen de otros caldos que los de su bilis, el meteorismo de los dúplex con nombres ostentosos (marquesado de tal, ducado de cual, el pazo de esto, residencial de lo otro) y, en zonas especialmente maltratadas por el complejo de inferioridad del provincialismo, la alusión constante a determinados colegios privados como carta credencial de una preparación por encima de la del resto de la piara (he estudiado en los franciscanos, yo foy a los maristas, soy del colegio del Pilar...) y, cómo no, a esos funcionarios de clase A (principalmente profesores de secundaria tras la catarsis de la huelga de 1988 que les redobló el salario y la holganza) que pasaron de repente a desposarse entre ellos y a vestir de Gucci, oler a Chanel, bolsear de Loewe, amueblar sus casas en Artespaña y pederse a las finas hierbas mientras ocultaban su oscuro pasado: que muchos eran hijos de emigrantes de la uva o de gentes del agro. Muchos empezaron con la tentación de una camiseta de jugar al tenis con un reptil cosido al pezón; el resto vino después. Pero por sus bocas se les sigue conociendo aún hoy.
Y es que, amigos míos, conforme todos nos volvimos gilís, lo hortera se adueñó de nuestras vidas. Y hasta la fecha.

domingo, 31 de enero de 2016

¿DE DÓNDE VIENE EL COLOR MORADO DE LA BANDERA REPUBLICANA?

Se podría contar mucho sobre sociedades secretas imbricadas en la España Negra, especialmente sobre algunas que causan espanto todavía hoy, aunque las actualidades televisivas nos hagan creer que ya no existen o que son legendarias. Hasta hace bien poco, el Ángel Exterminador se movía por nuestras calles. 
En la década de 1820, el Ángel Exterminador, o la Inquisición Secreta, que tal era su otro nombre, era una sociedad secreta absolutista cuyo máximo objetivo era la reinstauración del Tribunal del Santo Oficio en nuestro país. En una época convulsa como el siglo XIX, en el bando contrario, el liberal, también había sociedades antagonistas. De hecho, llegó a haber una guerra entre ambos bandos, los del Ángel Exterminador y los de la Sociedad de los Caballeros Comuneros, sus grandes enemigos, también terriblemente violentos. No era raro encontrar militantes de uno u otro bando en los callejones, desangrados, muertos, masacrados de diversas maneras, a navajazos o con disparos en el cuerpo. Además, los integrantes de la Sociedad de los Caballeros Comuneros se reunían en Madrid en el Café de Malta, cerca de la Puerta del Sol o en la Fontana de Oro, local que todavía existe y que dio título a una novela de Pérez Galdós. 
Si al Ángel Exterminador se le atribuye la ejecución con descuartizamiento y repartición entre el pueblo de los trozos de destacados enemigos, los Caballeros Comuneros tienen a su cargo la perpetración de diversas matanzas de frailes que hacían al grito de "Muera Cristo, viva Luzbel, muera don Carlos, viva Isabel". si bien el atentado más osado que cometieron fue el del capellán del rey, Matías de Vinuesa, que estaba en la cárcel porque había participado en un complot para devolverle el poder absoluto a Fernando VII y le habían condenado a diez años de cárcel. A los Comuneros no les pareció suficientemente dura la condena, así que asaltaron la cárcel y asesinaron al sacerdote a martillazos. Tan sonada y tan impune fue aquella acción que se vinieron arriba y a partir de entonces, a sus corbatas moradas añadieron alfileres y gemelos que llevaban un martillo. El color morado lo tomaban como identificativo en memoria del que blasonaba el pendón de los Comuneros de Castilla. Y precisamente cabe decir que el color morado de la bandera republicana viene precisamente de esa sociedad secreta.

viernes, 22 de enero de 2016

SOBRE LOS MISTERIOS GNÓSTICOS

Los Evangelios gnósticos son aquellos en los que el Jesús resucitado le cuenta a los apóstoles los misterios de una ciencia que interpreta a Dios, al Universo, al ser humano y la Salvación de una manera distinta a como lo hace la Iglesia católica.
Los gnósticos se creían conocedores de una Verdad mistérica dentro del cristianismo. Eran, pues, una élite de iluminados a los que la Divinidad ha elegido para revelarles un conocimiento que dice exactamente cómo somos, de dónde venimos, qué tenemos que hacer y cómo vamos a conseguir la Salvación. Para los gnósticos, todos aquellos que no han recibido esa información sensible no se van a salvar igual. 
Para los gnósticos el Hombre está dividido en tres partes: cuerpo, alma y espíritu, siendo el espíritu la parte superior y consustancial a la Divinidad. Los gnósticos son los únicos que se consideran capaces de recibir una revelación. El Revelador es una entidad divina, es decir, Jesús, quien adopta un cuerpo aparente, solamente aparente, y todavía circula por el mundo revelándose ante sus escogidos para que acojan su doctrina revelada.  Cuando este Jesús baja, lo hace engañando al Dios del Antiguo Testamento, que es el demiurgo del otro dios mucho más elevado y alejado de la Creación y que para los hombres del siglo II quedaba muy por encima y distanciado de la realidad teológica. Los gnósticos afirman que el demiurgo o artesano divino es Yavéh, a quienes los judíos y algunos cristianos ignorantes creen el Supremo Dios, siendo que Jesús lo engaña para revelarse ante los hombres escogidos.  Y tenemos además que Yavéh es un poco tonto y se cree que él es el dios supremo. Así pues, para los gnósticos Jesús baja engañando a Yavéh y, al andar por la Tierra de los hombres, está revelando el Misterio. Pero quien muere en la Cruz no es Jesús, que es inmortal, sino un cuerpo aparente que Él ha adoptado para poder estar en el mundo terrenal. El engaño a Dios se produce cuando es asesinado y resucita contraviniendo las normas que rigen en el mundo, momento en que se produce la Revelación. 
Hubo gnósticos que, no obstante, vivieron dentro de la Iglesia. Tenemos que imaginarnos que en el siglo II estamos en un momento en el que todavía no hay ningún Concilio ni todavía ningún dogma uniforme que establezca cómo ha de ser la fe cristiana. Ni siquiera se había inventado el Nuevo Testamento como corpus de fe. 
En este ámbito es en el que los gnósticos se definen a sí mismos como élite que ha recibido una revelación singular que los sitúa por encima del resto. La Revelación gnóstica es la que hace el Dios trascendente para transmitirle al fiel quién es en realidad, de dónde viene su parte más importante, que es el Espíritu, de qué modo se es consustancial (es decir, de la misma sustancia) con la divinidad y lo que hay que hacer para salvarse. 
Cabe destacar que a los gnósticos no les preocupaba la salvación de los demás cristianos, sino la suya propia. Ya digo que eran tremendamente elitistas.
Jesús les dice: "Despiértate. Cae en la cuenta de que eres divino. Libérate de la materia, libérate del cuerpo. Abandona lo carnal y aspira solamente a lo de arriba, porque arriba te está esperando tu contrapartida. Apresúrate a irte Arriba".  Eso es la gnosis.
Así, los Padres de la Iglesia nos cuentan que hubo algunos gnósticos que, como la vida terrenal no les importaba nada, aprovecharon para entregarse a todos los placeres físicos de la Tierra.
Dentro de los Evangelios gnósticos o apócrifos, no obstante, hay que distinguir entre los de Nag Hammadi y el resto. El resto incluyen datos sobre la infancia de Jesús, no así los de Nag Hammadi.
En general los apócrifos del Antiguo Testamento (que también los hay) y los que hablan también de Jesús y su vida oculta se producen en la cuenca del Mediterráneo, en la parte oriental en un lapso de tiempo que va desde el 150 (el evangelio de Pedro, del cual se ha perdido casi todo y que curiosamente no habla del Jesús niño sino de la Pasión y Resurrección, está en torno al 130) hasta el siglo VI.
En líneas generales, estos evangelios son muy importantes para conocer cómo estaba el ambiente de la Iglesia, cómo era la teología del pueblo, qué le interesaba, qué opinaba de Jesús, pero no, evidentemente, como una fuente histórica de primera mano, ni siquiera filosófica, dado su carácter legendario y su lejanía en el tiempo con respecto a los hechos que pretenden glosar.
Todos esos milagros portentosos que aparecen en los apócrifos (véase en el de Tomás cómo Jesús niño mata a otro niño y luego lo resucita o modela pájaros de arcilla y luego les da la vida) tienen una filosofía detrás: demostrarle al pueblo cristiano que el Jesús adulto que hace tantos milagros en los Evangelios Sagrados (Mateo, Marcos, Lucas y Juan) tenía los mismos poderes cuando era niño. Si el Jesús niño tenía la misma sabiduría, los mismos poderes y hacía igualmente milagros, el héroe Jesús lo fue desde el principio, no sólo en su edad adulta.
La gran criba de textos oficiales y no oficiales del Concilio de Nicea (425) entendía que los apócrifos también eran un alimento piadoso para el pueblo mucho más recomendable que cualquier otra lectura pagana. Ahora bien, la Iglesia siempre tuvo claro desde el principio (mediados del siglo II) que fuera de los cuatro evangelios que componen el Nuevo Testamento, los otros no eran trigo limpio y que había que considerarlos simplemente como bellas historias de pasatiempo. Algo muy distinto era cuando se presentaba un evangelio apócrifo en el que se presentaba a Jesús en su vida adulta proclamando que era un simple hombre, hijo natural de José y de María y que el Espíritu Santo fue una fuerza exterior que se apoderó de él en un momento determinado y lo arrastró a tomar las aguas de Juan el Bautista porque era un pecador; eso ya era herejía. Esos evangelios también existieron y fueron banderas teológicas de corrientes heréticas. 
El Evangelio de Judas, último que ha sido publicado, es una traducción al copto del griego original que fue restaurado con técnicas filatélicas. Trece planchas dobles con el relato secreto de la Revelación que Jesús le contó a Judas Iscariote durante una semana. Cabe señalar que el copto es la lengua egipcia de los siglos II y III después de Cristo.
¿Cuáles fueron los textos más cercanos a la propia voz crística? En teoría, los LOGIONES (LOGIA IESU), 140 frases que teóricamente sí salieron de su boca. 
No hay que interpretar sistemáticamente que lo que fue olvidado era mejor. Simplemente era distinto.
Recuperar textos inéditos y reabrir debates en el ámbito de la teología siempre es bueno y enriquecedor. Mientras tanto nos quedará siempre una reflexión: en esas arenas de Egipto donde tanto nos queda por descifrar y descubrir han surgido auténticas bibliotecas, como la gnóstica de Nag Hammadi o los rollos del Mar Muerto. ¿Cuántas seguirán durmiendo bajo la arena? 


viernes, 15 de enero de 2016

PENSAMIENTO ÚNICO MANIPULADO

En el mundo hay grupos de personas se reúnen una o dos veces al mes en locales inscritos como asociaciones para intercambiar conocimientos, puntos de vista y saberes varios. No tienen excesiva conciencia gregaria ni tampoco sensación sindical, simplemente se reúnen discretamente, digo, a hablar de sus cosas. Como su naturaleza es heterogénea, tienen disciplinada norma de no mentar dos temas íntimos y personales: la religión y la política. Al fin y al cabo, si son amigos, si se llevan bien, si tienen tantas cosas en común, ¿qué sentido tiene buscar encontronazos innecesarios en los puntos más sensibles? Sin embargo, y a pesar de no mentar ciertas bichas, estas personas se recuerdan a sí mismas que toda verdad tiene al menos dos puntos de vista, si no más. La decoración de sus locales recuerda esta constante: las baldosas del suelo, por ejemplo, suelen alternar el negro y el blanco como un inmenso ajedrez. Hablo de los librepensadores. Me refiero, sí, a los masones. Resulta curioso que la masonería haya sido siempre perseguida por los totalitarismos y defendida por las democracias. En los Estados Unidos, ser masón es casi un plus curricular, los movimientos de liberación de Latinoamérica fueron liderados por masones. Sin embargo, dictadores como Stalin, Hitler, Mussolini o Franco los persiguieron. No resulta extraño que la Iglesia católica condene la masonería: al fin y al cabo, Garibaldi fue un destacado masón y le arrebató al Vaticano sus posesiones italianas para fundar la nación de la bota. En España, una de las figuras masónicas más destacadas fue una mujer llamada Clara Campoamor, quien logró, entre otras cosas, el sufragio femenino en contra de la opinión, por ejemplo, del Partido Socialista, cuyos líderes pensaban que, de serle concedido el voto a la mujer, lo ejercerían bajo los dictámenes de sus maridos o incluso de los curas. 
El Pensamiento Único Manipulado, sin embargo, nos hace pensar que detrás de muchas de las conspiraciones que en el mundo existen siempre hay una logia masónica. El Pensamiento Único Manipulado dice, entre otras cosas, y a base de repetir una y otra vez la cantinela que se quiere arraigar en el pueblo, que el Partido Socialista Obrero Español es el adalid de las libertades y el progresismo.
El Pensamiento Único Manipulado es la mayor amenaza a la que nos enfrentamos hoy en día en Occidente.
Internet, con las redes sociales, se ha convertido en un fenómeno mucho más peligroso de lo que habíamos pensado: es un cambio radical en la forma de pensamiento, en su gestión y en la ordenación del mismo. Nos ha hecho cómplices cavernarios de algo que no es bueno y que va en contra de nosotros mismos.
Lo vemos a diario. Todos tenemos "amigos" de Facebook que pasan largas horas insultando abiertamente a quienes no piensan lo que ellos piensan que hay que pensar. Y los llaman fascistas. Ellos son los fascistas en realidad: la libertad de pensamiento castrada es la única forma posible de fascismo. 
Hay que andar con pies de plomo para no contradecir el pensamiento oficial de las redes. La gente toma nota. Los nuevos fascistas se disfrazan de progresistas (¿quién no desea el progreso?) para estandarizar el pulpo de lo políticamente correcto y el gregarismo hace el resto. Porque no hay nada peor para el hombre altotecnológico del siglo XXI, que es el hombre más aislado y solitario que ha conocido la Humanidad desde el Neolítico, que estar fuera del grupo, del rebaño.
Todos estamos sometidos a esa presión, a ese fantasma, a esa identidad que alguien ha ido construyendo y asignando beligerantemente en los últimos años. Nos hemos ido acostumbrando a recibir unos mensajes muy concretos y nos da miedo discrepar por si alguien nos apunta con dedo acusador y nos llama fascistas. Sobre temas clave hay que pensar como es debido o atenerse a las consecuencias. No hace falta la censura previa de las dictaduras porque todos nos hemos convertido en censores de nuestro entorno y de nosotros mismos, y además creemos hacerlo en nombre de la libertad. Repito: lo vemos a diario. Nadie puede ya quedarse al margen del pensamiento obligatorio sin correr grandes riesgos.
Los más desesperados de este submundo miserable y triste de las redes sociales se permiten además ejercer el papel de listos que nos cuentan a los demás, pobres ignorantes, lo que no sabemos. Son los que ponen los chistes, memes y sandeces en los que se humilla, insulta y denigra a los enemigos del Pensamiento Único Manipulado. Nos recuerdan cada pocos minutos qué debemos opinar para no salirnos del tiesto y lo hacen con la condescendencia de los fascistas más paranoicos. Da igual que se trate de política, veganismo, religión, derechos civiles o arte: ellos están siempre ahí con su letanía: "fascista, fascista, fascista...". Fascistas son los demás, claro, los que no hacen, piensan y proclaman lo que ellos quieren. Y lo que ellos quieren es difundir el odio contra las personas que no les gustan, que es más peligroso todavía. Pero es que la palabra fascista es tan elevada, tan rotunda, tan potente... que a ver quién es el guapo que le pone el cascabel al gato.
Acaso las redes sociales, esas armas poderosas que podían sacar lo mejor de todos nosotros, hacernos libres en la pluralidad, hayan acabado sacando al fascista que llevamos dentro.
Yo conozco a una persona, una en concreto, a la que le he oído difamar, insultar y menospreciar muy duramente a casi todas las amistades que tenemos en común. Esa misma persona utiliza las redes sociales para halagar a sus víctimas y que no sospechen el desprecio que siente por ellas. Al contrario, incluso consigue de vez en cuando algún favor más o menos oneroso. No soy tan cándido como para no saber que yo también he sido objeto de sus ataques, claro está. Me da lo mismo. Sé que actúa así por inseguridad y soledad. Es decir, por miedo.
El buenismo se ha hecho tan previsible que resulta hasta divertido el grado de ignorancia que se difunde por las redes. Yo creo que, si hay futuro para nosotros, llegará el día en el que algún sociólogo, algún historiador, estudiará lo que nos está sucediendo. Es tremendo contemplar cómo se repiten consignas contra la sanidad privatizada por parte de personas adscritas a un ideario (el del PSOE otra vez, siento ser reiterativo pero es un buen ejemplo del dislate) que defendió la sanidad privada y estuvo a punto de imponérnosla en 1991 (recuérdese la primera ley de medicamentos de ese año o el Informe Abril encargado por Felipe González a Abril Martorell en el que se recomendaba una privatización paulatina de los servicios sanitarios para hacer sostenible el conjunto). Más recientemente, porque una diputada de Podemos se llevó a su bebé al hemiciclo del Congreso (y ya sabemos con qué sagacidad gestionan los de Podemos la publicidad, hacen bien), salió una palabra que ya inunda nuestras conversaciones: postureo. ¿Acaso no fue postureo aquella portada del año 1980 en la que Felipe González y Alfonso Guerra llevaban a hombros el féretro de un minero asturiano para protestar por las nefastas condiciones laborales de ese colectivo? ¿Qué hicieron por la minería cuando llegaron al poder? Que se lo pregunten a los mineros vascos, asturianos, leoneses y de otras tierras.
Pero volvamos al fascismo y a la libertad de pensamiento. ¿Acaso no tiene uno derecho a decir lo que piensa, esté equivocado o no, sea progresista o no, sea corriente mayoritaria o no? ¿No puede uno ser retrógrado si le da la gana? ¿Tan mala es la discrepancia? Sorprende ver hasta qué punto se libran en Facebook auténticas batallas campales de chistes, memes y vídeos para ver quién tiene más argumentos a favor de los suyos y de la última ocurrencia de los suyos. Sobrecoge ver la absoluta negación intransigente de las críticas que siempre son respondidas con la misma palabra: fascista. Pero, si uno cree de veras en la igualdad, ¿acaso no debe denunciar con la misma fuerza todo y aceptar todo tipo de crítica, venga de donde venga? Manifestarse contra lo establecido se ha convertido en una verdadera disfunción de la labor de opinar. No podemos quedarnos al margen del pensamiento obligatorio o seremos fascistas. Pero acaso la libertad verdadera sea precisamente discrepar o, cuando menos, cuestionar las cosas. Porque la libertad implica discrepancia crítica y la discrepancia crítica es precisamente lo que más miedo le da a los fascistas. Así pues, ¿quién es el fascista? ¿El que vive en el asfixiante imperio de lo políticamente correcto o el que pasa las horas muertas insultando a monárquicos, conservadores, católicos y no afines varios? ¿Quién es el fascista?
Hoy puedes hundir la carrera artística de una persona convirtiendo en viral una fotografía suya en una corrida de toros. El argumento de los buenistas es: "pues si sabe que está mal, que no vaya". Y ante semejantes argumentos, ¿qué razonamiento hay? "Si sabe que está mal". ¿Qué es lo que está mal? ¿Ir a los toros o no condenarlos? ¿Qué me dicen de las memorias apócrifas de Aznar, que tantos han difundido como ciertas y luego han justificado como igualmente posibles aunque falsas? ¿Quién es el fascista? Yo todavía no he visto a nadie defendiendo los derechos de las vacas en los opacos mataderos (salvo algún vegano que también incurre sistemáticamente en otras contradicciones fanáticas). Y si he visto a alguien condenando el sufrimiento de pollos, gallinas, cerdos o vacas, no lo he visto defendiendo el derecho del atún a no ser engarzado por un gancho en vivo y desangrado entre estertores de asfixia en la cubierta de un barco. ¿A qué estamos jugando? ¿Quién es el fascista?
¿Por qué hemos perdido el derecho a ser respetados? ¿Por qué nos lo ha arrebatado un grupo de gente que se erige como adalid del derecho al respeto? ¿Quién es el fascista? En serio, ¿quién es el fascista?
Noam Chomsky decía: "el pueblo no sabe lo que está ocurriendo y tampoco sabe que no lo sabe".
Pues eso.

jueves, 7 de enero de 2016

EL SÍNDROME DE PETER PAN

Es una juventud homogeneizada, pasteurizada, Zero, Sin y quejica. Ellos, con coleta de chica e imberbes a los 30. Ellas, algo bollaconas y con los vaqueros de él. Asexuados todos y, en el mejor de los casos, monosexuados y monosexuales. Cultura infantil, ligera, niñoide, tontoide que se ha convertido en toda la metafísica actual de la generación del Smatphone. Desfilan por la no-vida con su ingenuidad salada de pringles, que es su alimento espiritual. Comulgan una eucarística vida sin hostias ni grandes convulsiones, pues sufren, pero también disfrutan, de su complejo de Peter Pan: se resisten a crecer.
No son ni siquiera cínicos: símplemente son blandos y banales como sus padres.
No tienen grandes lecturas, tampoco dudarán nunca entre el marxismo y el existencialismo, ni querrán huir de casa para conocer mundo y conocerse a sí mismos (al contrario: protestan si se tienen que marchar).
A los criadores de princesas (y princesos) Disney de hace dos décadas ya les han crecido los pimpollos y, mientras sus madres se masturban con las perversiones del atractivo señor Grey, que es la manera de prolongarse el macramé de las bragas y erotizarse mientras ellos rebuznan de fútbol, los jóvenes comen azúcar, sonríen con la boca abierta, dejan caer la baba y admiran al último actor sin logopeda, al cantante sin voz o al músico sin léxico.
La felicidad/facilidad consumista les ha hecho intemporales, vanos, levitantes en un presente errático, iluminado de bebidas bajas en "sin" y perfumado de comidas basura. El presente es una Disneylandia (en Cataluña Disenylandia) de videojuegos, guasaps y cibersexo modo manual y autónomo. Las generaciones van llegando y pasando de la indiferencia a la ignorancia. Los chicos de hoy sólo quieren prolongar su Juego de Tronos presente y, como mucho, oliscar los geles de placer.
¿Qué va a ser mañana de estos hombres fabricados con vampiros, videojuegos, Sexo en Nueva York (sus verriondas madres) y maíz transgénico? 
Las masas flotantes y hedonistas son muchísimo más fáciles de manipular. Se les compra el voto por un estreno de la Guerra de las Galaxias y se les distrae la atención con un chascarrillo de tuiter.
Y ahora quieren, además, tener el poder : instaurar el Ignorantazgo en una República Memocrática. Y les vamos a ayudar, porque les hemos pagado los no-estudios y avasallado a sus profesores para que pasasen de curso porque eran muy buenos en casa y hacían los deberes. O apruebas a mi niña o te mando a un inspector. Tienes que aprobar a mi hijo porque yo soy del gremio, profesor, igual que tú, de calidad y gratuito.
Solamente un detalle sobre Peter Pan y su mundo: el país de Nunca Jamás es el país de los muertos, el mundo del que nadie regresa. Peter Pan en realidad es un niño cadáver que quiere llevarse a todos los demás niños consigo a ese país de la inopia. Negarse a crecer, a madurar, mantener el nivel de frustración bajo, es la mejor manera de morir en vida y dejar pasar el tiempo. Eso sí, en Tontocracia.
Vivimos en un mundo lleno de cosas y vacío de valores.

martes, 5 de enero de 2016

LA HOZ Y EL MARTILLO Y LA ESVÁSTICA Y LOS PROGRESISTAS DEL SIGLO XXI

Mientras que la esvástica es considerada de mal gusto, la simbología comunista sigue siendo tolerada e incluso abanderada por las gentes de izquierdas como representación de unos determinados valores vinculados al progresismo social. El comunismo, después de todo, no es como el nazismo: se trata de un ideario basado en la igualdad y la armonía; una idea que no tiene nada de malo, al contrario.
Lenin creía en lo que llamaba LUCHA DE CLASES, lo que significaba que la máxima armonía sólo se podía alcanzar si algunos grupos de personas eran eliminados. La "lucha de clases" es una idea que todavía defienden románticamente no pocas personas presuntamente demócratas y progresistas. Curiosamente esas mismas personas desconocen lo que es, por ejemplo, un EXTERMINIO EN SARDINA (1).
En un principio, cuando el comunismo llegó al poder, da igual dónde (Rusia, Polonia, Cuba, Nicaragua, China o Corea), se aniquilaba sistemáticamente al 10% de la población. Es un dato concreto. No era sólo para eliminar a los enemigos, se trataba de REORGANIZAR LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD. Una labor de INGENIERÍA SOCIAL en toda regla: se purgaba a los principales intelectuales, los mejores trabajadores, los ingenieros... Se trataba de matarlos a todos para después reestructurar la sociedad con sujetos nuevos no contaminados por el capitalismo. Lenin instaba a las ejecuciones masivas y a su publicidad a modo de advertencia y escarmiento.
Pero, ¿el marxismo conminaba al asesinato? La respuesta es sí. De hecho, LA PRIMERA VEZ QUE APARECIÓ EN EL MUNDO LA IDEA DE GENOCIDIO fue en enero de 1848, en La Gaceta Renana, un periódico de Karl Marx, y lo hizo en un artículo firmado por Engels en el que el autor manifestaba que la guerra de clases, en términos marxistas, significaba que cuando la revolución socialista tuviese lugar, habría sociedades primitivas en Europa, sociedades atrasadas dos etapas porque aún no serían capitalistas, que no podrían ser asimiladas dentro de la Revolución, por lo que deberían ser aniquiladas. Engels tenía en mente a los VASCOS, BRETONES, ESCOCESES DE LAS TIERRAS ALTAS y SERBIOS, a los que llamaba BASURA RACIAL.
Lenin había estudiado detenidamente las enseñanzas de Marx y Engels, así que, cuando en 1917 los comunistas se hicieron con el poder en Rusia, tuvo la oportunidad de aplicar el marxismo a la vida real. Y hay un ejemplo muy clarificador de la ingeniería social comunista: el nacionalismo de Ucrania.
El 11 de septiembre de 1932 Stalin escribió: "La situación en Ucrania es muy mala. Si no tomamos medidas ya, perderemos la región". Y se estableció un drástico plan de acción. En el invierno de ese año se estableció un enorme cordón en torno a Ucrania del que nadie podía salir. Al principio, la población pudo recurrir a sus reservas de grano y verdura. Pero Stalin ordenó a la NKVD, su comisariado de asuntos internos o Checa, que confiscara todos los alimentos del país. Y así fue como la NKVD sacó de Ucrania todos los bienes comestibles. Cuando se llevaron la comida, también prohibieron a la población campesina buscarla en otro lado, comprarla, intercambiarla o ganársela. Habían condenado a la gente a morir lentamente de hambre. 
Y efectivamente así fue.
Los campesinos morían y no se les permitía entrar en las ciudades. Pelotones de vigilancia les impedían subir a los trenes. Muchos murieron en las estaciones. Así fue como los ucranianos comenzaron a morir de manera tortuosamente lenta. Los niños agonizaban llorando por pan. Algunos perdieron el miedo, fueron a los campos de cultivo que vigilaba la Checa para robar grano y fueron disparados como animales.
Unidades especiales de la NKVD allanaban las casas para recoger los cadáveres. Recibían 200 gramos de pan por cada muerto. A algunos se los llevaron todavía con vida porque consideraban inútil tener que regresar al cabo de uno o dos días cuando ya hubiesen expirado. Muchos fueron arrojados agónicos y respirando a las fosas comunes: enterraron a miles de personas que aún estaban con vida; la tierra que les cubría se movía.
El grano requisado (millones de toneladas) fue exportado a Occidente, donde los medios de comunicación estaban informando sobre el exterminio del pueblo ucraniano y la devastadora magnitud del genocidio. Sin embargo, los gobiernos occidentales siguieron comprando el cereal y mirando para otro lado.
En un solo año fueron exterminados 7.000.000 de ucranianos (1932-1933).
Abundando en el tema de por qué el comunismo establecía cuotas de exterminio, cabe destacar que en su ideario, los comunistas perseguían el nacimiento del Nuevo Hombre. Tal era el objetivo último del marxismo: crear una nueva raza de ser humano que mirase, pensase y actuase diferente.
Pero los comunistas no estaban solos en esta lucha...

Un año después de la muerte de Lenin, en 1924, el New York Times publicó un artículo que pasó casi desapercibido. En él se hablaba de un nuevo partido establecido en Alemania: el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores fundado por un tal Adolf Hitler. El artículo lo firmaba, por cierto, el doctor Goebbels. Cabe destacar que, según Goebbels, Lenin era el gran hombre del siglo XX, sólo superado por Hitler. El futuro ministro de Propaganda nazi declaraba abiertamente que la diferencia entre el comunismo de Lenin y las creencias de Hitler eran muy leves. Y era cierto: los comunistas eran unos socialistas internacionales, mientras que los nazis eran socialistas nacionales. Ninguno de los dos sistemas estaba de acuerdo con el ser humano, y si los nazis tenían unas ideas basadas en una falsa biología, los comunistas basaban las suyas en una falsa sociología. Poco más, el resto era mero totalitarismo atroz. Y, para aquellos que todavía puedan concebir el comunismo como una ideología amable o simpática, pues los nazis aspiraban a lo mismo: personas saludables, prósperas, hermosas, rubias y felices. Una sociedad sin inválidos, retrasados... ni, claro, judíos. Tal era el paraíso hitleriano. Por lo demás, ambos sistemas sembraron Europa de fosas comunes... y luego fracasaron.
Buena parte de la Izquierda se acercó con entusiasmo a Hitler, por ejemplo los comunistas franceses. Y en Inglaterra tenemos un caso clamoroso en la figura de George Bernard Shaw y su discurso "¿Puede Vd. justificar su existencia? Veámoslo:



Bonito, ¿verdad? Como interesantes fueron sus palabras: "Insto a los químicos a que descubran un gas que mate instantáneamente y sin dolor, mortal en cualquier caso, pero humano, no cruel" (7 de febrero de 1934).

Volviendo a Stalin, las purgas no se limitaron exclusivamente a Ucrania ni mucho menos. La URSS exterminaba exquisitamente, según las enseñanzas de Marx, a los enemigos de la lucha de clases. Toda una generación de niños perdieron a sus padres por todo el país. Millones de ellos mendigaban por las calles de las ciudades soviéticas, una imagen vergonzosa que había que evitar. Stalin lo hizo autorizando a que se disparase indiscriminadamente también a los niños mayores de 12 años. Todos los días morían cientos por los disparos de las patrullas de la NKVD. A lo largo del país más grande del mundo, Stalin llegó incluso al punto de matar gente al azar mediante un sistema de cuotas.
No importaba el nombre, ni las ideas, ni la edad, ni el sexo. Una vez cumplidas las cuotas, las autoridades locales informaban a Stalin, al comité central, y solicitaban cuotas adicionales. Un caso paradigmático lo tenemos en Kruschev, a quien se le permitió asesinar entre 7 y 8 mil enemigos, pero solicitó y consiguió que le incrementasen la cuota hasta 17.000. De este modo y no otro fue cómo en la Unión Soviética, entre 1937 y 1941, se reprimió y aniquiló a 11.000.000 de personas.
Y había un hombre en Europa, ya decimos, que seguía con atención la situación soviética: Hitler.
Matar a tantos millones de personas en tan poco tiempo era algo realmente excepcional. La distorsionada visión del mundo de Adolf Hitler comenzó a tomar forma real inspirada por lo que estaba perpetrando Stalin. De ese modo, ya en el poder, anexionó Austria y ocupó Checoslovaquia.
La idea de ambos dictadores no era otra que destruir el viejo orden en Europa. Stalin, por su parte, pretendía dejar que Hitler fuese "el malo" para luego aparecer él como libertador e instaurar la Dictadura del Proletariado en todo el continente, cuando millones de personas en los campos de concentración aguardasen a ser liberadas... por él.
Pero Hitler no tenía recursos ni las fronteras aseguradas como para lanzar una guerra a gran escala. El 23 de agosto de 1939 Hitler y Stalin firmaron un pacto que proporcionaría a Alemania una frontera oriental segura y un enorme suministro de recursos estratégicos para llevar adelante la Gran Guerra.
Así, el 1 de septiembre de 1939, Hitler ataca Polonia desde el Oeste. Dieciséis días después, Stalin haría lo mismo desde el Este. Transmisores de radio de Minsk guiaban a los aviones de la Luftwaffe hacia sus objetivos para que bombardeasen.
Lo más interesante fue que aquella ofensiva se describió por parte de ambas potencias como UNA LUCHA CONTRA EL AGRESIVO FASCISMO POLACO. ¿Les suena de algo el concepto de adjetivar de fascista al enemigo de los totalitarios?
Pero ambos dictadores habían pactado algo más que Polonia. De hecho lo habían pactado todo. En un protocolo secreto firmado en el Kremlin una semana antes de que comenzase la guerra, ambos dictadores acordaron la completa división y reparto de Europa a iniciativa de Stalin.
El primer país que invadieron los soviéticos fuera de sus fronteras sería Finlandia, también bajo el argumento de que aquella nación CONSTITUÍA UN RÉGIMEN FASCISTA. Finlandia perdió a 750.000 hombres en aquella ofensiva. Los alemanes aprovecharon entonces para ocupar Dinamarca, Bélgica, Luxemburgo y Holanda. Noruega fue invadida a continuación con la ayuda directa de la URSS: Stalin proporcionó a los nazis una base naval soviética cerca de Murmansk para que Hitler pudiese coordinar el ataque y lanzarlo desde allí. Tras la conquista de Noruega, Stalin escribió a Ribbentrop que la amistad entre ambas naciones se había sellado con sangre.
La URSS pasó a convertirse en el mayor proveedor de recursos para la máquina de guerra nazi. Miles de toneladas de aceite, hierro, material de construcción y cereales fueron enviadas a Berlín. Los ciudadanos rusos morían de hambre mientras su gobierno alimentaba a los alemanes. Pero Stalin llegó más lejos: persuadió a los partidos comunistas de Europa para sabotear todos los movimientos de resistencia y apoyar a los nazis en todo momento: LOS COMUNISTAS, SÍ, FUERON COLABORADORES DIRECTOS DEL NAZISMO EN TODA EUROPA.
En junio de 1940 Hitler arrasó Francia y Stalin, entre tanto, ocupó Estonia, Letonia y Lituania, dejando entre las dos potencias un único país libre de totalitarismos: Gran Bretaña. Molotov viajó a Berlín para discutir con los nazis el nuevo orden mundial de posguerra. Llegó con una lista de los territorios en que estaba interesada la URSS y fue Molotov y no Goebbels quien advirtió a los países de Europa de que no lucharan contra la ideología nazi. En el Soviet Supremo, Molotov llegó incluso a afirmar que luchar contra la ideología nazi era un delito, afirmación que quedó reflejada y publicada en los principales periódicos soviéticos del momento. Posteriormente, es obvio, la página de su discurso desaparecería de todas las hemerotecas, junto con muchas otras declaraciones pro nazis del gobierno.
Pero, ¿por qué era un delito luchar contra el nazismo desde un punto de vista soviético? Muy simple: porque las matanzas masivas en los campos de concentración estaban basadas en esa ideología. Y si en los campos de exterminio nazis rezaba el lema "el trabajo os hará libres", en los soviéticos la frase era "trabajar es un honor".
Cabe recordar que fue Molotov quien supervisó el exterminio de siete millones de ucranianos.
Muchos judíos habían viajado a la URSS para ponerse a salvo de los nazis, pero Stalin los acorraló y se los devolvió a la Gestapo como gesto de amistad. Las SS y la NKVD cooperaron muy estrechamente. De hecho, la NKVD ESTUVO ENTRENANDO A LA GESTAPO. Téngase en cuenta que la maquinaria soviética del terror llevaba 20 años funcionando cuando la nazi todavía no había comenzado a funcionar.
Concluyamos, pues, que ambos regímenes totalitarios no eran diferentes sino idénticos. Concluyamos que ambos regímenes totalitarios encontraban su justificación en su lucha contra el fascismo. Concluyamos que si a los genuinos nazis y comunistas les tenemos como tales, no podemos pasar por alto que fueron la misma cosa y que no eran, precisamente, fascistas. Y terminemos por aceptar, de una vez para siempre, que la manifestación de que la Izquierda es sinónimo de ideas progresistas es, como poco, peregrina y contradictoria.

Recomiendo, si todavía al lector le cabe alguna duda, que visualice este enlace y descubra hasta qué punto la iconografía comunista y la nazi son adyacentes y gemelas.





NOTAS:

(1) EXTERMINIO EN SARDINA.  Los represaliados, con las manos atadas a la espalda, recibían un tiro en la nuca al pie de largas zanjas en cuyo interior caían apelotonados conformando una fosa común.