VISITAS HASTA HOY:

martes, 5 de enero de 2016

LA HOZ Y EL MARTILLO Y LA ESVÁSTICA Y LOS PROGRESISTAS DEL SIGLO XXI

Mientras que la esvástica es considerada de mal gusto, la simbología comunista sigue siendo tolerada e incluso abanderada por las gentes de izquierdas como representación de unos determinados valores vinculados al progresismo social. El comunismo, después de todo, no es como el nazismo: se trata de un ideario basado en la igualdad y la armonía; una idea que no tiene nada de malo, al contrario.
Lenin creía en lo que llamaba LUCHA DE CLASES, lo que significaba que la máxima armonía sólo se podía alcanzar si algunos grupos de personas eran eliminados. La "lucha de clases" es una idea que todavía defienden románticamente no pocas personas presuntamente demócratas y progresistas. Curiosamente esas mismas personas desconocen lo que es, por ejemplo, un EXTERMINIO EN SARDINA (1).
En un principio, cuando el comunismo llegó al poder, da igual dónde (Rusia, Polonia, Cuba, Nicaragua, China o Corea), se aniquilaba sistemáticamente al 10% de la población. Es un dato concreto. No era sólo para eliminar a los enemigos, se trataba de REORGANIZAR LA ESTRUCTURA DE LA SOCIEDAD. Una labor de INGENIERÍA SOCIAL en toda regla: se purgaba a los principales intelectuales, los mejores trabajadores, los ingenieros... Se trataba de matarlos a todos para después reestructurar la sociedad con sujetos nuevos no contaminados por el capitalismo. Lenin instaba a las ejecuciones masivas y a su publicidad a modo de advertencia y escarmiento.
Pero, ¿el marxismo conminaba al asesinato? La respuesta es sí. De hecho, LA PRIMERA VEZ QUE APARECIÓ EN EL MUNDO LA IDEA DE GENOCIDIO fue en enero de 1848, en La Gaceta Renana, un periódico de Karl Marx, y lo hizo en un artículo firmado por Engels en el que el autor manifestaba que la guerra de clases, en términos marxistas, significaba que cuando la revolución socialista tuviese lugar, habría sociedades primitivas en Europa, sociedades atrasadas dos etapas porque aún no serían capitalistas, que no podrían ser asimiladas dentro de la Revolución, por lo que deberían ser aniquiladas. Engels tenía en mente a los VASCOS, BRETONES, ESCOCESES DE LAS TIERRAS ALTAS y SERBIOS, a los que llamaba BASURA RACIAL.
Lenin había estudiado detenidamente las enseñanzas de Marx y Engels, así que, cuando en 1917 los comunistas se hicieron con el poder en Rusia, tuvo la oportunidad de aplicar el marxismo a la vida real. Y hay un ejemplo muy clarificador de la ingeniería social comunista: el nacionalismo de Ucrania.
El 11 de septiembre de 1932 Stalin escribió: "La situación en Ucrania es muy mala. Si no tomamos medidas ya, perderemos la región". Y se estableció un drástico plan de acción. En el invierno de ese año se estableció un enorme cordón en torno a Ucrania del que nadie podía salir. Al principio, la población pudo recurrir a sus reservas de grano y verdura. Pero Stalin ordenó a la NKVD, su comisariado de asuntos internos o Checa, que confiscara todos los alimentos del país. Y así fue como la NKVD sacó de Ucrania todos los bienes comestibles. Cuando se llevaron la comida, también prohibieron a la población campesina buscarla en otro lado, comprarla, intercambiarla o ganársela. Habían condenado a la gente a morir lentamente de hambre. 
Y efectivamente así fue.
Los campesinos morían y no se les permitía entrar en las ciudades. Pelotones de vigilancia les impedían subir a los trenes. Muchos murieron en las estaciones. Así fue como los ucranianos comenzaron a morir de manera tortuosamente lenta. Los niños agonizaban llorando por pan. Algunos perdieron el miedo, fueron a los campos de cultivo que vigilaba la Checa para robar grano y fueron disparados como animales.
Unidades especiales de la NKVD allanaban las casas para recoger los cadáveres. Recibían 200 gramos de pan por cada muerto. A algunos se los llevaron todavía con vida porque consideraban inútil tener que regresar al cabo de uno o dos días cuando ya hubiesen expirado. Muchos fueron arrojados agónicos y respirando a las fosas comunes: enterraron a miles de personas que aún estaban con vida; la tierra que les cubría se movía.
El grano requisado (millones de toneladas) fue exportado a Occidente, donde los medios de comunicación estaban informando sobre el exterminio del pueblo ucraniano y la devastadora magnitud del genocidio. Sin embargo, los gobiernos occidentales siguieron comprando el cereal y mirando para otro lado.
En un solo año fueron exterminados 7.000.000 de ucranianos (1932-1933).
Abundando en el tema de por qué el comunismo establecía cuotas de exterminio, cabe destacar que en su ideario, los comunistas perseguían el nacimiento del Nuevo Hombre. Tal era el objetivo último del marxismo: crear una nueva raza de ser humano que mirase, pensase y actuase diferente.
Pero los comunistas no estaban solos en esta lucha...

Un año después de la muerte de Lenin, en 1924, el New York Times publicó un artículo que pasó casi desapercibido. En él se hablaba de un nuevo partido establecido en Alemania: el Partido Nacional Socialista de los Trabajadores fundado por un tal Adolf Hitler. El artículo lo firmaba, por cierto, el doctor Goebbels. Cabe destacar que, según Goebbels, Lenin era el gran hombre del siglo XX, sólo superado por Hitler. El futuro ministro de Propaganda nazi declaraba abiertamente que la diferencia entre el comunismo de Lenin y las creencias de Hitler eran muy leves. Y era cierto: los comunistas eran unos socialistas internacionales, mientras que los nazis eran socialistas nacionales. Ninguno de los dos sistemas estaba de acuerdo con el ser humano, y si los nazis tenían unas ideas basadas en una falsa biología, los comunistas basaban las suyas en una falsa sociología. Poco más, el resto era mero totalitarismo atroz. Y, para aquellos que todavía puedan concebir el comunismo como una ideología amable o simpática, pues los nazis aspiraban a lo mismo: personas saludables, prósperas, hermosas, rubias y felices. Una sociedad sin inválidos, retrasados... ni, claro, judíos. Tal era el paraíso hitleriano. Por lo demás, ambos sistemas sembraron Europa de fosas comunes... y luego fracasaron.
Buena parte de la Izquierda se acercó con entusiasmo a Hitler, por ejemplo los comunistas franceses. Y en Inglaterra tenemos un caso clamoroso en la figura de George Bernard Shaw y su discurso "¿Puede Vd. justificar su existencia? Veámoslo:



Bonito, ¿verdad? Como interesantes fueron sus palabras: "Insto a los químicos a que descubran un gas que mate instantáneamente y sin dolor, mortal en cualquier caso, pero humano, no cruel" (7 de febrero de 1934).

Volviendo a Stalin, las purgas no se limitaron exclusivamente a Ucrania ni mucho menos. La URSS exterminaba exquisitamente, según las enseñanzas de Marx, a los enemigos de la lucha de clases. Toda una generación de niños perdieron a sus padres por todo el país. Millones de ellos mendigaban por las calles de las ciudades soviéticas, una imagen vergonzosa que había que evitar. Stalin lo hizo autorizando a que se disparase indiscriminadamente también a los niños mayores de 12 años. Todos los días morían cientos por los disparos de las patrullas de la NKVD. A lo largo del país más grande del mundo, Stalin llegó incluso al punto de matar gente al azar mediante un sistema de cuotas.
No importaba el nombre, ni las ideas, ni la edad, ni el sexo. Una vez cumplidas las cuotas, las autoridades locales informaban a Stalin, al comité central, y solicitaban cuotas adicionales. Un caso paradigmático lo tenemos en Kruschev, a quien se le permitió asesinar entre 7 y 8 mil enemigos, pero solicitó y consiguió que le incrementasen la cuota hasta 17.000. De este modo y no otro fue cómo en la Unión Soviética, entre 1937 y 1941, se reprimió y aniquiló a 11.000.000 de personas.
Y había un hombre en Europa, ya decimos, que seguía con atención la situación soviética: Hitler.
Matar a tantos millones de personas en tan poco tiempo era algo realmente excepcional. La distorsionada visión del mundo de Adolf Hitler comenzó a tomar forma real inspirada por lo que estaba perpetrando Stalin. De ese modo, ya en el poder, anexionó Austria y ocupó Checoslovaquia.
La idea de ambos dictadores no era otra que destruir el viejo orden en Europa. Stalin, por su parte, pretendía dejar que Hitler fuese "el malo" para luego aparecer él como libertador e instaurar la Dictadura del Proletariado en todo el continente, cuando millones de personas en los campos de concentración aguardasen a ser liberadas... por él.
Pero Hitler no tenía recursos ni las fronteras aseguradas como para lanzar una guerra a gran escala. El 23 de agosto de 1939 Hitler y Stalin firmaron un pacto que proporcionaría a Alemania una frontera oriental segura y un enorme suministro de recursos estratégicos para llevar adelante la Gran Guerra.
Así, el 1 de septiembre de 1939, Hitler ataca Polonia desde el Oeste. Dieciséis días después, Stalin haría lo mismo desde el Este. Transmisores de radio de Minsk guiaban a los aviones de la Luftwaffe hacia sus objetivos para que bombardeasen.
Lo más interesante fue que aquella ofensiva se describió por parte de ambas potencias como UNA LUCHA CONTRA EL AGRESIVO FASCISMO POLACO. ¿Les suena de algo el concepto de adjetivar de fascista al enemigo de los totalitarios?
Pero ambos dictadores habían pactado algo más que Polonia. De hecho lo habían pactado todo. En un protocolo secreto firmado en el Kremlin una semana antes de que comenzase la guerra, ambos dictadores acordaron la completa división y reparto de Europa a iniciativa de Stalin.
El primer país que invadieron los soviéticos fuera de sus fronteras sería Finlandia, también bajo el argumento de que aquella nación CONSTITUÍA UN RÉGIMEN FASCISTA. Finlandia perdió a 750.000 hombres en aquella ofensiva. Los alemanes aprovecharon entonces para ocupar Dinamarca, Bélgica, Luxemburgo y Holanda. Noruega fue invadida a continuación con la ayuda directa de la URSS: Stalin proporcionó a los nazis una base naval soviética cerca de Murmansk para que Hitler pudiese coordinar el ataque y lanzarlo desde allí. Tras la conquista de Noruega, Stalin escribió a Ribbentrop que la amistad entre ambas naciones se había sellado con sangre.
La URSS pasó a convertirse en el mayor proveedor de recursos para la máquina de guerra nazi. Miles de toneladas de aceite, hierro, material de construcción y cereales fueron enviadas a Berlín. Los ciudadanos rusos morían de hambre mientras su gobierno alimentaba a los alemanes. Pero Stalin llegó más lejos: persuadió a los partidos comunistas de Europa para sabotear todos los movimientos de resistencia y apoyar a los nazis en todo momento: LOS COMUNISTAS, SÍ, FUERON COLABORADORES DIRECTOS DEL NAZISMO EN TODA EUROPA.
En junio de 1940 Hitler arrasó Francia y Stalin, entre tanto, ocupó Estonia, Letonia y Lituania, dejando entre las dos potencias un único país libre de totalitarismos: Gran Bretaña. Molotov viajó a Berlín para discutir con los nazis el nuevo orden mundial de posguerra. Llegó con una lista de los territorios en que estaba interesada la URSS y fue Molotov y no Goebbels quien advirtió a los países de Europa de que no lucharan contra la ideología nazi. En el Soviet Supremo, Molotov llegó incluso a afirmar que luchar contra la ideología nazi era un delito, afirmación que quedó reflejada y publicada en los principales periódicos soviéticos del momento. Posteriormente, es obvio, la página de su discurso desaparecería de todas las hemerotecas, junto con muchas otras declaraciones pro nazis del gobierno.
Pero, ¿por qué era un delito luchar contra el nazismo desde un punto de vista soviético? Muy simple: porque las matanzas masivas en los campos de concentración estaban basadas en esa ideología. Y si en los campos de exterminio nazis rezaba el lema "el trabajo os hará libres", en los soviéticos la frase era "trabajar es un honor".
Cabe recordar que fue Molotov quien supervisó el exterminio de siete millones de ucranianos.
Muchos judíos habían viajado a la URSS para ponerse a salvo de los nazis, pero Stalin los acorraló y se los devolvió a la Gestapo como gesto de amistad. Las SS y la NKVD cooperaron muy estrechamente. De hecho, la NKVD ESTUVO ENTRENANDO A LA GESTAPO. Téngase en cuenta que la maquinaria soviética del terror llevaba 20 años funcionando cuando la nazi todavía no había comenzado a funcionar.
Concluyamos, pues, que ambos regímenes totalitarios no eran diferentes sino idénticos. Concluyamos que ambos regímenes totalitarios encontraban su justificación en su lucha contra el fascismo. Concluyamos que si a los genuinos nazis y comunistas les tenemos como tales, no podemos pasar por alto que fueron la misma cosa y que no eran, precisamente, fascistas. Y terminemos por aceptar, de una vez para siempre, que la manifestación de que la Izquierda es sinónimo de ideas progresistas es, como poco, peregrina y contradictoria.

Recomiendo, si todavía al lector le cabe alguna duda, que visualice este enlace y descubra hasta qué punto la iconografía comunista y la nazi son adyacentes y gemelas.





NOTAS:

(1) EXTERMINIO EN SARDINA.  Los represaliados, con las manos atadas a la espalda, recibían un tiro en la nuca al pie de largas zanjas en cuyo interior caían apelotonados conformando una fosa común.