Se podría contar mucho sobre sociedades secretas imbricadas en la España Negra, especialmente sobre algunas que causan espanto todavía hoy, aunque las actualidades televisivas nos hagan creer que ya no existen o que son legendarias. Hasta hace bien poco, el Ángel Exterminador se movía por nuestras calles.
En la década de 1820, el Ángel Exterminador, o la Inquisición Secreta, que tal era su otro nombre, era una sociedad secreta absolutista cuyo máximo objetivo era la reinstauración del Tribunal del Santo Oficio en nuestro país. En una época convulsa como el siglo XIX, en el bando contrario, el liberal, también había sociedades antagonistas. De hecho, llegó a haber una guerra entre ambos bandos, los del Ángel Exterminador y los de la Sociedad de los Caballeros Comuneros, sus grandes enemigos, también terriblemente violentos. No era raro encontrar militantes de uno u otro bando en los callejones, desangrados, muertos, masacrados de diversas maneras, a navajazos o con disparos en el cuerpo. Además, los integrantes de la Sociedad de los Caballeros Comuneros se reunían en Madrid en el Café de Malta, cerca de la Puerta del Sol o en la Fontana de Oro, local que todavía existe y que dio título a una novela de Pérez Galdós.
