VISITAS HASTA HOY:

lunes, 22 de febrero de 2016

ESPAÑOLOGÍA DE GALENOS: EL DOCTOR VELASCO

Releyendo las memorias inacabadas de mi tío tatarabuelo, el premio Nobel de Literatura don Jacinto Benavente, encuentro una alusión a un hecho luctuoso que resulta un buen ejemplo dentro del inmenso anecdotario de la España negra de finales del siglo XIX. Creo que merece la pena contarlo.
El padre de don Jacinto fue un prestigioso galeno murciano que prestaba sus servicios en la capital como pediatra tanto entre la gente más pudiente como entre la más humilde e incluso los niños abandonados en orfanatos. Era tal su fama y buen hacer que sus colegas de profesión no dudaban en consultarle en todo lo relativo a la salud de sus propios hijos. Tal ocurrió cuando Conchita, la hija del doctor anatomista, don Pedro González Velasco, íntimo amigo de la familia Benavente, padeció unas fiebres tifoideas. Don Mariano, el patriarca de los Benavente, le prescribió a la niña un reposo absoluto y al padre mucha paciencia. No obstante, al doctor González Velasco, no pareciendole el tratamiento suficiente y con don Mariano muy en contra de su criterio, decidió suministrarle a Conchita unos fuertes purgantes que le provocaron una hemorragia interna y la llevaron directamente a la tumba. El padre de don Jacinto, roto de dolor, aunque no tanto como su colega, no se atrevió a discutir más con su compañero y amigo. El otro, devastado por la pérdida, nunca volvió a frecuentar la amistad de don Mariano, más por vergüenza por no haber confiado en él que por orgullo.
El caso es que, y aquí viene lo escabroso, el doctor, enloquecido totalmente por el dolor, pidió que se embalsamase el cuerpo de su hija, lo que dio lugar a un montón de rumores en aquel Madrid decimonónico que involucraron no sólo al padre sino también al prometido de la tal Conchita. 
Se comentaba que el doctor Velasco encargaba vestidos y joyas para su difunta niña, que la sentaba a la mesa en las comidas e, incluso, y esto es lo más truculento, se llegó a afirmar que el doctor Velasco junto con el doctor Núñez, a la sazón el prometido de Conchita, la sacaban de paseo todas las noches en un carruaje. Y así hasta que el padre de la muchacha falleció, momento en que da comienzo una nueva leyenda en torno a los restos de esta muchacha que, en teoría, fueron enterrados junto a los de su padre en el cementerio de San Isidro. 
Sin embargo, se dice, se cuenta, se comenta, que el doctor Núñez, prometido de Conchita, que tampoco había superado su prematura muerte, se quedó con la momia y se la llevó consigo a la facultad de medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Y si bien estos hechos no están comprobados oficialmente, sí que hay un dato curioso que merece la pena destacar. Resulta que en dicha facultad hay una sala en la que se conservan cuerpos para los estudios anatómicos del alumnado y se afirma que, entre ellos, existe la momia de una joven, una mujer de pequeño tamaño, que, desde siempre, doctores y estudiantes que allí trabajan han llamado "la hija del doctor Velasco", y como tal está etiquetada, no sabemos si en broma o en serio. En cualquier caso se cuenta que, cuando murió el padre de Conchita, su prometido, el doctor Núñez, cogió el cuerpo momificado y se lo llevó a la facultad, donde lo mantuvo semioculto. Incluso, alumnos del doctor Núñez llegaron a afirmar que éste bajaba de vez en cuando a la sala en cuestión y que allí pasaba largas horas; eso y que cuando abandonaba el lugar, lo hacía consternado y con los ojos congestionados como de haber estado llorando.