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miércoles, 9 de octubre de 2013

CUATRO AÑOS DE BLANCA MIOSI

Por estas fechas hará como cuatro años que conocí a Blanca en una de esas bitácoras de este infame mundo virtual llamado Internet. No sabía nada de ella y ella nada sabía de mí, pero imagino que algo nos atrajo mutuamente porque desde entonces hemos cultivado una relación más que cordial en la que afortunadamente no han faltado los malentendidos, disensiones, apoyos abiertos, defensas ocasionales contra terceros, ayuda mutua y un permanente contacto solidario que nos hace saber a estas alturas que ambos podemos contar siempre con el otro.
Hasta cierto punto podría decir que me siento vinculado a Blanca porque los dos compartimos tres virtudes que son, a la vez, nuestros mayores defectos: una capacidad de trabajo desmedida, una gestión directa de nuestra marca comercial y una apuesta porque esa marca seamos nosotros mismos y no nuestras obras.
Curiosamente, nuestras vidas han ido paralelas en el último lustro, pues ambos hemos vivido (cada uno a su manera) unos años intensos, llenos de momentos brillantes y también tristes, con inquietudes positivas y decepciones enormes.  Los dos sabemos lo que es ser rechazado por una editorial o, lo que es peor, que la labor de un editor llegue a decepcionarnos porque no cumple nuestras expectativas.  Los dos hemos apostado por volcar nuestros esfuerzos en aprovechar las herramientas que las nuevas tecnologías han puesto a nuestro alcance para editar, maquetar y publicar nuestros trabajos y lanzarlos a nivel mundial en formato digital así como en papel asumiendo directamente todos los riesgos que ello conlleva.  Los dos hemos rechazado ofertas leoninas. Los dos hemos conocido la tragedia personal y la hemos sufrido en privado. Los dos hemos disfrutado de las consecuencias positivas de nuestro esfuerzo, así como de las negativas, que no han sido pocas.
El mundo de los autores independientes es idéntico al que conocemos de los autores tradicionales: está lleno de trampas, detractores, falsos amigos, puñaladas, amistades que se desvanecen con la misma pasmosa facilidad con que se forjaron, sorpresas agradables a fin de mes, sorpresas desagradables a lo largo del mismo, nervios, presiones varias, incertidumbre, negligencias, críticas demoledoras, falsas adulaciones, amor, desamor... ¡todo!
Ya escribí hace meses un artículo en el que vertía mi opinión sobre Blanca Miosi como autora, así que no voy a ser redundante, pues nada ha cambiado y ya está dicho todo.  La finalidad de esta entrada es hacer balance de las aventuras de ambos.  Como sobre mí tampoco voy a hablar porque esta todo dicho en tiempo real en mi web personal y además sería una falta de tacto, me voy a centrar en admirar los logros de esta peruana afincada en Caracas que nos sorprende cada día con sus ocurrencias, proyectos e innegables éxitos.
Y es que el balance no puede ser más sorprendente en su caso.  Resulta que la modesta autora que fue publicada por la editorial Viceversa en 2009 (El Legado), viendo que el mundillo editorial era duro, incierto y que se avecinaba una crisis salvaje, apostó por recuperar los derechos de su obra y hacer lo que la editorial española apenas hizo: promocionarla.  Y la promoción, queridos amigos, la hacemos los autores independientes con un teclado, una pantalla y mucha imaginación, quizás más de la que gastamos para escribir nuestras novelas.
Así tenemos que la señora Miosi se embarca en gestionar directamente su obra y toma las riendas de su carrera profesional. Repito: ¡todo ella sola! ¡todo desde su casa en la capital de Venezuela! ¡todo "a pelo"! Aparece entonces una versión de El Legado mucho más estética, nos asombra a todos con La Búsqueda, que batió y sigue batiendo todos los récords imaginables de ventas. Le siguen Dimitri Galunov, El cóndor de la pluma dorada, La última portada y El piso de la calle Ryden.  Un goteo incesante de obras que van apareciendo y cosechando reconocimientos por doquier y que han despertado todo tipo de reacciones.
Ediciones B se interesó en su momento por lo que se dio en llamar "Autores Indies" y compró los derechos de varias obras de distintos autores que estaban funcionando bien en la todopoderosa Amazon. Así, además de La última portada, Blanca vio publicado El Manuscrito I: El secreto en una edición muy original que de nuevo catapultó a la autora dentro del escalafonario de los escritores independientes.
Y pasaron los meses y surgieron proyectos más o menos afortunados que se truncaron a medio camino o que prosperaron... y la fama de Blanca no dejó de crecer.  Y como es lógico comenzaron a surgir en torno a su persona (o personaje, porque en el fondo yo creo que la imagen que damos los autores no se corresponde al 100% con el trabajador que, encerrado en su casa, se pasa las horas y los días inmerso en sus literaturas) todo tipo de admiradores y detractores.
Hay quien dice que Blanca escribe muy bien.  Tampoco falta quien afirma que en realidad escribe muy mal. Yo no voy a entrar en eso porque ya dije lo que pensaba al respecto. Hay quien cree que los comentarios que los autores recibimos en las distintas plataformas proceden de amigos y familiares que nos regalan ciertos favores para que podamos "hacer palanca" en el mercado.  Yo afirmo que eso es incierto (y me pongo a mí mismo como ejemplo: mis novelas apenas están comentadas y sin embargo funcionan bien). Nadie encontrará un comentario mío en Amazon sobre ninguna obra de Blanca Miosi o de cualquier otro autor.  Me niego. Todo es mucho más simple que eso.  Las novelas de Blanca tienen cientos de comentarios en Amazon de todos los colores, pero la mayoría más que positivos: es imposible que procedan de amigos solamente.  Yo no estoy en condiciones de afirmar que Miosi sea una buena escritora. En primer lugar porque soy su amigo; en segundo lugar, resulta que no me he leído todas sus obras; y por último, no soy quién para juzgar a alguien que está en el mismo barco que yo. Lo que sí sé es que si fuese mala en lo que hace habría decenas de miles de lectores poco exigentes que han estado consumiendo sus productos sin rechistar.  Yo creo que los lectores no son tontos, aunque los autores o los críticos sí lo seamos a veces.  Otrosí añado que nunca me cansaré de recomendar El Legado y La Búsqueda, novelas que me encantaron cuando las leí y que recomiendo vehementemente.  Pero quien quiera hacerse una idea sobre la calidad de su mercancía, que lea los comentarios de otros lectores, que se pregunte por qué la mayoría de sus obras ocupan desde hace meses los primeros puestos de ventas en sus categorías o que inquiera el motivo por el cual algunas de sus novelas están siendo traducidas al inglés, al francés o al turco. Hay cosas que no suceden porque sí.
Hay quien acusa a Miosi de ser muy egocéntrica porque "sólo habla de sí misma en las redes sociales". ¿Es vanidosa Blanca Miosi?  Yo a esta cuestión respondería con dos preguntas. La primeras sería: ¿conoce alguien a algún artista que no tenga cierto toque de vanidad?  Y en segundo lugar, ¿se ha fijado alguien en que Blanca no sólo utiliza las redes sociales para promocionarse a sí misma -igual que la Coca Cola usa la televisión para hablar de su refresco y no del de la competencia- sino también para promocionar a terceros?
Los autores independientes no tenemos detrás publicistas, editoriales volcadas en una promoción internacional de nuestro trabajo ni necesariamente agentes que vayan por las ferias y editoriales cantando nuestras alabanzas. ¿Es malo hacerse uno su propia publicidad? ¿Es un acto de soberbia intentar que se nos conozca contando la verdad y toda la verdad de nuestra evolución como autores?  Pues eso.
Dicho esto, y ya concluyo, Blanca va a despedir el año, como dije antes, con algunas de sus obras traducidas a otros idiomas y regalándonos dos creaciones nuevas: El Talismán, un relato largo que nos habla de la búsqueda de la felicidad y la esperadísima El Manuscrito II: El Coleccionista, de aparición inminente.
Es por todo lo expuesto hasta aquí que no podía resistirme a la tentación de hacer público mi reconocimiento a esta autora, novelista (y sin embargo amiga) admitiendo que muy a menudo hago propios sus éxitos, así como sus alegrías o disgustos.
Y es que sólo los que le dedicamos todas las horas de nuestros días a escribir, promocionar y luchar por nuestros sueños sabemos lo difícil que es hacerlo bien, la imposibilidad de agradar a todo el mundo y lo extraordinariamente complicado que resulta abrirse paso en un mundo tan competitivo y lleno de obstáculos como el que hemos escogido con un teclado y nuestra imaginación como únicas armas.
Vaya, pues, mi pública enhorabuena a Blanca Miosi, a la que auguro una proyección y éxito que ni ella misma imagina, porque lo mejor siempre está por venir.
Y este ha sido mi balance de los últimos cuatro años.