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martes, 19 de agosto de 2014

JUANICO NO TIENE EL ÉBOLA, PERO SÍ DERECHOS...

Nada más lejos de mi intención que hacer demagogia sobre la repatriación del misionero afectado por el ébola. Me faltan datos para estimar si las autoridades hicieron lo correcto invirtiendo más de 400.000 euros del erario público en habilitar un avión y tomar todas las medidas asépticas para preparar al personal que se haría cargo del enfermo en su traslado desde el corazón de África hasta el hospital Carlos III, donde, tenemos entendido, cerraron toda una planta para preservar al resto de pacientes de un posible aunque improbable contagio de tan peligrosa enfermedad. Nada vamos a opinar sobre eso.  Al contrario, partamos de la idea de que fue un acto generoso por parte de un gobierno que no quiso dejar abandonado a un conciudadano nuestro que había entregado 50 años de su vida a los más necesitados y que incluso mereció la pena tentar la suerte y traer el dichoso y esperanzador suero americano desde Suiza para que, si había una sola oportunidad de salvarle la vida al paciente, a éste no le faltase.
Personalmente me siento aliviado de tener un gobierno así de preocupado por la salud, seguridad y bienestar de sus contribuyentes y de los familiares de éstos.
La cosa comienza a olerme a chamusquina cuando sé que al mismo tiempo sólo en la Comunidad Valenciana han cerrado más de 1.100 camas de sus hospitales con el comienzo del verano porque no hay dinero para el peculio de aquel personal sanitario que debería sustituir en sus funciones al otro que, en justicia, se toma sus merecidas y muy bien ganadas vacaciones (que sólo los que tenemos familiares dedicados a la cosa o hemos pasado directa o indirectamente por un hospital sabemos la abnegada labor de la inmensa mayoría de estos magníficos profesionales). Menciono dicha comunidad autónoma porque se me antoja una irresponsabilidad dejar a medio gas precisamente una zona geográfica que multiplica su población en las fechas estivales.  Recientemente acabamos de enterarnos de que cierto hospital de Castilla La Mancha se cae a pedazos, que tiene goteras en los quirófanos y cucarachas en los pasillos.
Replanteemos la situación: la obligación de un gobierno es gestionar la sociedad que le toca dirigir, velar por el cumplimiento de las leyes y garantizar los derechos fundamentales del ser humano (resumiendo: cumplir y hacer cumplir la Constitución).  Pero, claro, la Constitución dice muchas cosas que parecen inalcanzables: que todo español tiene derecho a una vivienda digna, a un trabajo digno, a una educación universal... Es muy difícil tras casi cuarenta años de Democracia que hayamos llegado al punto de poder garantizarle al ciudadano todas las páginas de ese legajo cuando nuestros gobernantes han tenido tantas preocupaciones a lo largo de las décadas (por no hablar de los quebraderos de cabeza que les están dando ahora algunos jueces).
Desconozco por qué el padre Pajares decidió irse a África a ayudar a los más necesitados. Necesitados ha habido y hay en todas partes, también en España. Tal vez prefirió el exótico continente porque llegó a la conclusión de que, entre las fieras y los hombres, las primeras son las menos nocivas.  No estoy ironizando, simplemente expreso la media sonrisa de quien ha llegado ya a esa edad en la que uno se da cuenta de que la vida es una perpetua estafa.
Tras conocer en profundidad el caso de abandono de nuestro pequeño Juan que se mantiene desde hace años en perpetua lucha contra el Síndrome de Schimke desde el más completo y absoluto abandono por parte de las autoridades sanitarias regionales y nacionales, lo único ya que logra escandalizarme es la ingenuidad de la gente que se postula en contra o a favor de la repatriación del padre Pajares.  Los familiares y amigos de este niño que para recaudar fondos para luchar por su propio suero de la esperanza ha tenido que recorrer platós de televisión, recurrir a la solidaridad de deportistas, conciudadanos, gente anónima de ambos lados del Atlántico... y todo ello porque las autoridades ni se han fijado en él. Incluso su presencia llegó a ser vetada en un programa de la cadena pública nacional por manifestaciones como ésta (si acaso estamos mintiendo, que nos denuncien, no que nos amordacen).
El tema del ébola, tan mediático, y el tristemente fallecido padre Pajares no nos hacen sentir ningún tipo de rencor, pues ese tipo de sentimientos va contra nuestra voluntad y nuestra naturaleza. No sabemos todavía si tantos medios técnicos empleados en él han resultado de algún modo eficaces o simplemente inofensivos.
Lo que sí sabemos es que Juanito aquí sigue, que es un niño, que tiene esperanzas, que lo está pasando mal desde hace ya demasiado tiempo y que, amigos míos y señores políticos, UNA COMUNIDAD SE DESINTEGRA EN CUANTO CONSIENTE EN ABANDONAR AL MÁS DÉBIL DE SUS MIEMBROS.
La sociedad está compuesta por hombres y mujeres unidos por la mano despiadada del Destino.  Lo que le afecta a uno les afecta a todos los demás antes o después. Los políticos hacen demagogia, publicidad y tratan de blanquear sus conciencias (y otras cosas) con el detergente de los medios a su alcance (técnicos y de comunicación) para ganar en popularidad y satisfacer las conciencias de los votantes.  ¿Satisfechos?  Los votantes ya sólo nos limitamos a evitar lo peor con tal de salvar nuestras vidas.