VISITAS HASTA HOY:

miércoles, 4 de junio de 2014

SU MAJESTAD EL REY DON JUAN CARLOS HA ABDICADO


Recién llegado de mi paseo matinal, ése que al parecer consigue que los análisis de sangre salgan bien a pesar de todo, he pasado por delante de uno de esos locales donde Cáritas reparte alimentos a familias necesitadas. En realidad abren a las 9 y media, pero ya había cola a las 8 e incluso antes.

Hemos cambiado de pobres. Antes los miserables tenían otro aspecto. Ahora son padres en paro con hipotecas, que no pueden ni pagar el recibo de la luz (no me extraña, yo tampoco). Esto es muy preocupante. Hay una generación (yo en realidad creo que son varias) a la que se le ha robado la posibilidad de hacer proyectos o a la que se ha obligado a improvisar su día a día merced a la caridad, que es peor. Ayer no sé quién decía que España va a mejor, que el paro baja (claro, hay menos población activa porque ya casi es un millón el número de personas que se han marchado). Se inventan mentiras y, oye, les funcionan. Que hay más gente contratada. ¡Pues claro! Pero ¿a qué precio? ¿Cuánta gente hay trabajando que también estaba esta mañana en esa cola de Cáritas? Si la gente que trabaja no tiene derecho a comer, entonces hay que cambiar las reglas del juego. Yo no quiero vivir en un país en el que mis conciudadanos están en el más absoluto abandono y además son obligados a respetar unas reglas injustas. Los arreglos drásticos que nos han sido impuestos desde la opulencia y que se sustentan en una justicia vehementemente tolerante con el poder nos han conducido a una situación absurda. Es inmoral lo que está sucediendo.
Los voceros de los de siempre están llenando las redes sociales de exabruptos contra los votantes desesperados que claman hasta desgañitarse porque alguien se preocupe de ellos. ¿Y les extraña? Hasta hace apenas diez días la gente no sabía cuál era su fuerza ni su capacidad de cambiar las cosas. El triunfo de determinados discursos utópicos, así como la debacle de todas las instituciones que nos dieron la Democracia cuya Transición tutelaron franquistas ya dice mucho del fracaso social del actual sistema.
No. Yo no quiero vivir en una sociedad que ha degenerado tanto como para que la gente haga horas de cola para pillar un paquete de macarrones de un centro social.
Si el tema del día es que el S.M. el Rey ha abdicado o que su sucesor va a llevar el ordinal VI, a mí me la trae al pairo. No porque sea republicano o antimonárquico, sino porque me siento, por encima de todo, ciudadano y conciudadano. Hay gente todavía hoy que justifica a los que a su vez defienden, toleran o implantan cosas intolerables. Gente que siente un profundo desprecio por el pueblo. Que lo ha sentido siempre, solo que ahora se les ve el plumero.