Yo no entiendo esta manía de no traducir los títulos al castellano. ¿Acaso "El piano de cola" habría quedado tan mal en el cartel? Pienso yo que mucho mejor que la cara de Elijah Wood que, lo siento, no me da la imagen de un virtuoso pianista aunque deba reconocer que alivitunea las teclas de forma harto convincente en la cinta (de hecho lo hace muy bien).
Aunque no me dejó buen sabor de boca por lo que contaré después, reconozco que la cinta es relativamente buena. El guión está muy bien; la trama, aunque decae al final, pasable y bien contada; el cuidado de la imagen y el sonido, más que agradables (el director nos regala algunos planos magníficos). Y la idea de que toda la película sea un concierto para piano y orquesta en Chicago ¡a tiempo real! es más que osada y la osadía se agradece siempre.
El director,efectivamente, hace bien su trabajo y logra mantener al espectador pendiente en todo momento de qué va a pasar a continuación. Ahora bien, le pongo tres peros:
-Elijah Wood se pasa toda la cinta con cara de pasmarote, como si todavía estuviese pensando en ese anillo que tenía que llevar sí o sí a Mordor porque se lo había dicho Ian Mc Kellen. Tiene los ojos muy bonitos pero es el típico actor que conforme cumple años va dejando de enamorar a la cámara (justo al contrario que George Clooney; ¿recuerdan su aparición en "Las chicas de oro"? ¡Para escopetearle! Ahora, en cambio, con esa cara de empleado de El Corte Inglés hasta le compraríamos la porquería esa de café que anuncia en la tele). Pero dejemos a Clooney. ¿De quién hablaba? ¡Ah, sí, Elijah Wood! ¡Uff!
Si Eugenio Mira hubiese tenido veinte milloncejos de dólares más de presupuesto y hubiese sentado al piano de cola al megaperfecto Hugh Jackman, estaríamos hablando de un peliculón. Como no los tenía, estamos ante una peliculetada.
Y esto nos lleva al segundo "pero".
-John Cusack. Magnífico actor cuya voz es la gran protagonista de la película. Una voz que si el lector va a verla doblada no podrá disfrutar. Por eso Eugenio Mira nos permite verlo durante... ¿dos minutos? Si, esa es toda la aparición de John Cusack en la cinta. Uno acaba con el regusto de imaginar cómo la productora quiso extender el chicle del presupuesto al máximo y obtuvo el reclamo de dos actores conocidos, uno de los cuales tenía un caché tan alto que hubo que grabar su voz en un estudio porque solamente se podía pagar su presencia en el plató durante ocho horas. Y se imagina también que durante todo el rodaje, a Elijah Wood le daba la réplica el empleado del catering (seguramente un becario español, licenciado en tecnológicas con un máster y trece carreras que habla inglés como lo hablamos los españoles que tenemos el dichoso título sin entender ni papa), lo cual explicaría la boquiabierta cara de bobalicón del hobbit... digo, del actor.
Y así llegamos al tercer "pero".
Cuando uno rueda una película que es buena, basada en una historia interesante y original; cuando uno logra que en su presupuesto quepan un actor conocido y medio o, mejor dicho, la voz de un actor conocido y Elijah Wood; cuando un director tiene los medios para hacer un filme que está a la altura técnica de cualquier producto hollywoodiense y le sale una película más que aceptable... ¡coño, no me pongas ese final!
El final, querido lector, es para retirarle al director el carnet de conducir. Créame. Sólo diré que la película empieza con los ojos celestes de Elijah Woodd y termina con la mirada de Frodo Bolsón. Ya me contarán.
NOTA: 6/10